lunes, 17 de febrero de 2014

El Juego de las Diferencias: El Hombre y la Tierra

 Un juego es una actividad que se utiliza para la diversión y el disfrute de los participantes; en muchas ocasiones, incluso como herramienta educativa. La primera referencia sobre juegos que existe es del año 3000 a. C. Los juegos son considerados como parte de una experiencia humana y están presentes en todas las culturas.Todos nosotros hemos aprendido a relacionarnos con nuestro ámbito familiar, material, social y cultural a través del juego.
Juego de Mesa Amenhotep III(Senet)
Se han enunciado innumerables definiciones sobre el juego, así, el diccionario de la Real Academia lo contempla como un ejercicio recreativo sometido a reglas en el cual se gana o se pierde. Sin embargo la propia polisemia de éste y la subjetividad de los diferentes autores implican que cualquier definición no sea más que un acercamiento parcial al fenómeno lúdico. Se puede afirmar que el juego, como cualquier realidad sociocultural, es imposible de definir en términos absolutos, pero si sus características. Entre ellas se pueden destacar, que favorece el proceso socializador, y en ocasiones ayuda a conocer la realidad...
Un buen ejemplo de ello, sería el juego de simulación, sumamente  sencillo pero altamente desarrollado, llamado de "las diferencias". Las reglas de este juego, así como los instrumentos, son extremadamente sencillos. Sin embargo, el conjunto de relaciones y los mecanismos son impredecibles, pues pretenden ampliar la percepción e interpretación del mundo real de los participantes,precisamente estimulando dicha percepción e interpretación, como no puede ser de otro modo, del ... mundo real.

Este juego,como es obvio tiene un guia o maestro de ceremonias, que lo introduce y lo presenta, facilitando el progreso del mismo y garantizando que se respeten, en la medida de lo posible, las reglas del mismo. Las Bases del Juego son, como en cualquier otro, los antecedentes, lo cual nos ayuda a  situarnos en el contexto, para que lo entendamos mejor.  Dicho esto, no queda más que iniciarlo. Por tanto, propongo ser su Grand maître des cérémonies...

Comenzaremos con una introducción, para pasar después a los personajes y a continuación nos introduciremos en el juego...Lo divideremos en tres partes, donde la primera nos situará en la historia y su concepto, la segunda nos presentará a los personajes y la tercera....nos ayudará a entender el juego de las diferencias, percibiendolo e interpretandolo en el mundo real.

PARTE I: La Introducción.

El feudalismo fue el sistema de organización más característico de la Edad Media. Se trató de un sistema contractual de relaciones políticas, militares y económicas entre el rey, la nobleza, los campesinos e incluso los eclesiásticos.Este sistema de vasallaje cruzaba toda la escala social, desde el más humilde campesino hasta el más encumbrado duque.
Su principal característica fue la concesión de feudos o territorios que el monarca otorgaba a los vasallos que se hubieran destacado en la guerra o en otra forma de servicio. Pero esta donación no obedecía solamente a la generosidad de los soberanos, sino que constituía una manera de asegurar la defensa y la unión del reino. Su entrega se suscribía durante la realización de un acto de gran solemnidad que se dividía en tres etapas: homenaje, juramento de fidelidad e investidura.
Mediante el homenaje y la investidura quedaban establecidas obligaciones recíprocas, dentro de las cuales el vasallo noble debía cumplir con las de ayuda y consejo. La ayuda era el servicio militar, y como los señores feudales contaban con muchos vasallos campesinos, se aseguraban las fuerzas necesarias para su defensa. El consejo comprendía la ayuda en pleitos donde el noble servía como juez.


Desde el punto de vista institucionalista, el feudalismo fue el conjunto de instituciones creadas en torno a una relación muy específica: la que se establecía entre un hombre libre (el vasallo), que recibía la concesión de un bien (el feudo) por parte de otro hombre libre (el señor), ante el que se encomendaba en una ceremonia codificada (el homenaje) que representaba el establecimiento de un contrato sinalagmático (de obligaciones recíprocas). Esta serie de obligaciones recíprocas, militares y legales, establecidas entre la nobleza guerrera; giraba en torno a tres conceptos clave: señor, vasallo y feudo. Entre señor y vasallo se establecían las relaciones de vasallaje, esencialmente políticas. En el feudo, entendido como unidad socio-económica o de producción, se establecían relaciones de muy distinta naturaleza, entre el señor y los siervos; que desde la historiografía marxista se explican como resultado de una coerción extraeconómica por la que el señor extraía el excedente productivo al campesino. La forma más evidente de renta feudal era la realización por los siervos de prestaciones de trabajo (corveas o sernas); con lo que el espacio físico del feudo se dividía entre la reserva señorial o reserva dominical (donde se concentraba la producción del excedente) y los mansos (donde se concentraba la producción imprescindible para la reproducción de la fuerza de trabajo campesina). En otras formas, los siervos se obligaban a distintos tipos de pago; como una parte de la cosecha o un pago fijo, que podía realizarse en especie o en moneda (forma poco usual hasta el final de la Edad Media, dado que en siglos anteriores la circulación monetaria, y de hecho todo tipo de intercambios, se reducían al mínimo), a los que se añadían todo tipo de derechos y monopolios señoriales.

Puede definirse el feudalismo como un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de obediencia y servicio –principalmente militar– por parte de un hombre libre, llamado “vasallo”, hacia un hombre libre llamado “señor”, y obligaciones de protección y sostenimiento por parte del “señor” respecto del “vasallo”, dándose el caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la mayoría de las veces como efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado “feudo”; según François-Louis Ganshof

O también, como:

Un sistema bajo el cual el estatus económico 
y la autoridad estaban asociados con la tenencia de la tierra
y en el que el productor directo (que a su vez era poseedor de algún terreno) tenía la obligación, basada en la ley 
o el derecho consuetudinario, de dedicar cierta parte de su trabajo 
o de su producción 
en beneficio de su superior feudal; 
según Maurice Dobb

Se puede entender también como la consecuencia de la ruptura de todas las estructuras de poder antiguo tras la caída del Imperio Romano. El poder estatal se fragmenta y es asumido por los grandes propietarios de tierras, los señores. Cada señor se convierten en juez, administrador, cobrador de impuestos y líder militar de la comarca que controla. Este poder de los señores feudales recibía el nombre de ban. Los campesinos ofrecían sus servicios en trabajo (corveas) o pagaban un impuesto o tributo al señor feudal a cambio de protección.

Pese a la ausencia de control estatal, el sistema feudal no era una anarquía. Entre los señores se forman relaciones feudovasalláticas de subordinación. Los señores débiles se subordinaban a un señor más poderoso. En la cima de estas relaciones de vasallaje estaba el rey, a quien todos los señores declaraban estar sometidos.

Un complejo de compromisos militares, que, junto con la disgregación del poder político, conlleva una privatización de funciones públicas en beneficio de una minoría de libres privilegiados.

EL FEUDO

En el feudo se encontraban establecimientos por cuya utilización el señor cobraba contraprestaciones en metálico o en especie. Entre estos establecimientos se hallaban la panadería, la herrería, la taberna y el molino. También podían devengarse por la explotación de un bosque, el uso de un río, y eventualmente su vadeo a través de un puente, cuya utilización devengaba el "peaje" o pontazgo. Todas estas rentas constituían el monopolio del señor y se complementaban además con las que obtenía de su propio campo de cultivo o dominio, en el que trabajaban los siervos. También la iglesia tenía su propio impuesto llamado diezmo, consistente en el cobro del 10% de la cosecha.



En Castilla, puede considerarse como equivalente al señorío. No obstante, hay un debate historiográfico sobre las diferencias entre el régimen señorial en Castilla y el modelo europeo, ligado a la descomposición del Imperio carolingio En la Corona de Aragón el término feudo era tan común como el de señorío. A diferencia de los modelos de Castilla, en Aragón convive, junto al feudo tradicional, el llamado feudo honrado u honorato, que se diferencia del resto en que no se produce contraprestación económica alguna, ya que la concesión feudal es absque tamen aliquius prestacione servicii o nulli servitio obnoxium, y se recibe bajo la fórmula de juramento, fidelidad y homenaje.

Aunque en origen el señor (por ejemplo, el rey) retenía la capacidad de retirar el feudo a su vasallo (por ejemplo, un conde), el feudo en la práctica se fue haciendo vitalicio y hereditario, pasando a convertirse en el patrimonio de una familia noble. No conviene utilizar el término propiedad para esta relación, más propiamente vinculación. Los derechos plenos de propiedad no son propios de la Edad Media (ni siquiera del Antiguo Régimen), sino del Derecho Romano o del Estado Liberal. El señor que lo da, y su vasallo noble que lo recibe, comparten de alguna manera algún tipo de derecho de dominio sobre el feudo (que podría llegar hasta la teórica reversión al señor en caso de felonía o incumplimiento de la fidelidad debida, o de la liberación de toda obligación para el vasallo en felonía por parte del señor), del mismo modo que el señor y su siervo campesino también comparten el dominio sobre la tierra (dominio útil y dominio eminente).

La manera de explotar económicamente el feudo, en su manera "clásica", en los siglos de la Alta Edad Media, en que no había casi circulación monetaria y muy escasa comercialización de los excedentes, consistía en repartir la tierra en dos porciones: la reserva señorial y el manso. Cada manso era entregado a un campesino, que se encomendaba (commendatio) al señor (bien libremente o bien forzosamente), pasando a convertirse en su siervo. En latín servus (ancilla) podría traducirse por esclavo, pero en realidad en la época feudal la utilización de mano de obra esclava en la agricultura no era dominante. La condición jurídica del siervo tampoco era de libertad, puesto que estaba ligado a la tierra que trabajaba. Eso sí, disponía del producto de su manso, que cultivaba a su criterio y del que obtenía lo necesario para su subsistencia (en términos del materialismo histórico, la reproducción de su fuerza de trabajo). Los días que fijara la costumbre (corvea en Francia, serna en Castilla) debía trabajar obligatoriamente en la reserva señorial. Ese trabajo excedente es la forma de obtener el excedente por parte del señor, que se beneficiará del producto de esa reserva (apropiación del excedente por coerción extraeconómica, en esos mismos términos, que define el modo de producción feudal).

Padrón del alcabala Cehegín. Año 1596. Fragmento. Archivo Municipal de Cehegín
La activación de la economía a lo largo de los siglos, sobre todo después del año 1000, que permite que haya circulación monetaria y el surgimiento de mercados, comarcales, urbanos y luego a larga distancia, harán que el modelo se altere, y se conviertan los pagos en trabajo en pagos en especie (fijos o porcentajes, como en la aparcería) o en dinero (renta feudal). Para el señor también eran multitud de derechos feudales que garantizaban que todo tipo de excedente le sea entregado (portazgos, peajes, derecho de molino, de taberna, de tienda, de explotación de bosques, caza y ríos...) incluyendo los pagos más polémicos (ius primae noctis o derecho de pernada, habitualmente redimible con un pago). La apropiación de impuestos teóricamente del rey (como la alcabala en Castilla) era también muy común de los señores, en la Baja Edad Media.

Feudo alodial. Es el feudo que no era redimible.
Feudo de cámara. El que estaba constituido en situación anual de dinero sobre la hacienda del señor, inmueble o raíz.
Feudo eclesiástico. El que se daba de los bienes de la iglesia a un clérigo o lego.
Feudo franco. El que se concedía libre de obsequio y servicio personal.
Feudo impropio. Aquél al que faltaba alguna circunstancia de las que pide la constitución del feudo riguroso, como el feudo de cámara, el de franco, etc.
Feudo laical. El que se daba por los príncipes u otros señores seglares e incluso por eclesiásticos de sus bienes patrimoniales y laicales.
Feudo ligio. Aquel en que el feudatario quedaba tan estrechamente subordinado al señor que no podía reconocerle otro con subordinación semejante, a distinción del vasallaje general que se puede dar respecto de diversos señores.
Feudo propio. Aquél en que concurrían todas las circunstancias que pide su constitución para hacerle riguroso.
Feudo recto. El que contenía obligación de obsequio y servicio personal determinado o no.
Feudo reversible o revertible. El que podía ser revertido a cierto tiempo como sucede en el foro.3
Feudo de soldada. Desarrollado más ampliamente en el Oriente Latino que en Occidente debido a sus características propias, al menor nivel de urbanización de Europa Occidental y a las pérdidas territoriales de Jerusalén de finales del XII. Se basaba en la concesión de rentas sobre los oficios (obraje, puesto comercial) o las tasas urbanas. "Los civiles notables podían escoger recibir la propiedad o el usufructo de las ciudades o de dominios rurales; pero se vio a menudo que era más simple darles de manera menos durable la renta de un molino, de un horno. De todos modos, la percepción de las tasas sobre los oficios y el comercio era frecuentemente concedida por el estado en una especie de arriendo, -qabala-, de la que los beneficiarios sacarían un apreciable beneficio" (Claude Cahen, "Oriente y Occidente en tiempos de las Cruzadas")

 A partir del siglo IX los excedentes facilitan el comercio más allá de las fronteras del señorío. Las actividades comerciales permiten que surja una incipiente burguesía, los mercaderes, que en su origen eran campesinos que aprovechaban los tiempos en los que no era necesario el trabajo de la tierra para comerciar, y que deberán realizar su trabajo pagando igualmente una parte de sus beneficios en forma de tributos a los Señores. El lujo al que aspiran los Señores con el incremento de las rentas, favorece la aparición cada vez más frecuente de artesanos. Las rutas de peregrinación son los nuevos caminos por donde se abre el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela son los destinos, pero las comunidades situadas en sus vías de acceso florecen ofreciendo hospedaje, comida y ropa. La venta directa al consumidor permite a muchos campesinos aportaciones extras a sus arcas. Se incrementan las tasas de tránsito, peaje y mercados. Las ciudades, burgos, son al mismo tiempo espacios de defensa y de comercio conforme avanza el tiempo y se va gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos XIII y XIV. 

PARTE II: Los Personajes

EL CLERO

El Alto Clero (Arzobispos, Obispos, Cardenales, Abades y Canónigos) estuvo siempre dominado por el episcopado, cuyos poderes terrenales eran equiparables a los de cualquier señor laico. En un primer momento, los monjes, todos pertenecientes al Bajo Clero(clérigos, especialistas en códices, miniaturistas, filósofos, pensadores, monjes y frailes). Normalmente procedían de las clases bajas y comerciantes y raramente podían alcanzar privilegios del alto clero. , quedaban dentro del ámbito de poder de los obispos; más tarde, serían los abades quienes terminarían por delimitar su autoridad sobre los miembros de las órdenes monásticas, quedando los sacerdotes en el ámbito de la diócesis episcopal.

En las abadías, se fueron perfilando modelos distintos: por un lado, aquéllas que no eran poseedoras de grandes propiedades y que dependían para su supervivencia de las limosnas de los fieles, y de algunos predios entregados por los señores del lugar para garantizar el sustento de la comunidad religiosa. La necesidad de dinero favorece que sea en este instante en el que la figura de la limosna es ensalzada como deber fundamental para el creyente y camino para la salvación del alma.

Otros monasterios poseían extensas propiedades y el abad actuaba como un señor feudal, en algunos casos incluso nombrando caballeros que le protejan o favoreciendo la creación de órdenes religioso-militares de gran poder. Sea como fuere, en éstos el dinero proviene de las rentas que son entregadas por los siervos, generalmente en especie, así como de las aportaciones, muchas de ellas generosas, y a veces interesadas, de otros señores. La necesidad de mantener una buena relación con el abad de un monasterio poderoso favorecerá que otros señores entreguen ofrendas de alto valor y ayuden a la construcción y embellecimiento de iglesias y catedrales que simbolizaban el poder.

El diferente destino de los eclesiásticos venía determinado por su ascendencia social. Se trata del estamento social más abierto, pues cualquier persona libre puede incorporarse al mismo pagando una cantidad de dinero dote. Éste será el elemento que determine dentro del estamento la posición que, efectivamente, va a ocupar cada uno. Los hijos de los señores que se integran dentro de la iglesia aportarán cuantiosas sumas que garantizan, no sólo su supervivencia de por vida, sino un incremento patrimonial notable para el cabildo catedralicio o monasterio en el que se integran, y un rango alto de los donantes dentro del sistema. Son éstos los que ocuparán más tarde los cargos obispales. Por otro lado, los clérigos serán los hijos de los campesinos y, en general, de los no privilegiados, y cuyas funciones, además de las religiosas, estarán limitadas al ora et labora. Esta práctica degeneró en la práctica de compraventa de cargos eclesiásticos llamada simonía.

La obligación primordial del vasallo era cumplir con los deberes militares, sobre todo la defensa del señor y sus bienes, pero también la defensa del propio feudo y de los siervos que en él se encontraban. Una obligación pareja era aportar una parte mínima de los tributos recaudados al señor para engrandecer sus propiedades. El caballero no tenía en realidad un dueño, ni estaba sometido a poder político alguno, de ahí que se encontrasen caballeros que luchaban en las filas de un rey un día, y al siguiente en las de otro. Su deber real era para con el señor a quien le unía un espíritu de camaradería.

En el siglo IX aún se usaba el término milites para hacer referencia a los caballeros, aunque pronto los idiomas locales fueron gestando términos propios que se agrupaban en "jinetes" o "caballeros". Su importancia fue en aumento al prescindirse cada vez más de la infantería. El caballero debía proveerse de caballo, armadura y armas, y disponer de tiempo de ocio para cumplir su misión.

Aunque abierto al principio, el estamento de los caballeros tendió a cerrarse, convirtiéndose en hereditario. Con el tiempo, los caballeros eran ordenados al terminar la adolescencia por un compañero de armas en una ceremonia sencilla. En este momento ya no importa la fortuna, sino la ascendencia, creándose diferencias notables entre los mismos. Los más pobres disponen de un pequeño terreno, y ocupan su tiempo entre las labores propias del campesino y la guerra. Los más poderosos, que disponen de tierras y fortuna, comenzarán a formar la auténtica nobleza, concentrando poder económico y militar.
El conjunto de laicos libres que no pertenecen a la reducida categoría caballeresca son los no privilegiados en cuyo trabajo descansa el orden económico del feudalismo.

El más numeroso grupo lo forman los campesinos libres, que trabajan la tierra, generalmente ajena, o pequeñas parcelas propias. Entre éstos sigue habiendo diferencias, según se sea labrador que dispone de una yunta de bueyes o mero peón. En algún caso singular, campesinos libres llegan a poseer grandes extensiones que les permitirán más tarde llegar a la condición de terratenientes y, de ahí, a nobles, pero serán situaciones excepcionales.

En cualquier caso, lo que les distingue como estamento, como siervos, es su situación de dependencia frente a un señor que no han elegido y que tiene sobre ellos el poder de distribuir la tierra, administrar justicia, determinar los tributos, exigirles obligaciones militares de custodia y protección del castillo y los bienes del señor y apropiarse como renta feudal de una parte sustancial del excedente, en trabajo, en especie (porcentajes de la cosecha) o dinero.

 LA NOBLEZA

Después del clero, la nobleza es el segundo orden en importancia en la jerarquía de un reino, y la clase privilegiada por tradición. Tenían privilegios fiscales, privilegios políticos, pues ocupaban los altos cargos administrativos en el gobierno; privilegios de carrera en las fuerzas armadas, y privilegios sociales: podían usar espadas y practicar la caza, y tenían asientos reservados en las iglesias. Había dos clases de nobleza: las antiguas familias que traían sus títulos desde la época medieval,y quienes habían adquirido su calidad de nobles por cargos, decisiones reales o compras de títulos legales de nobleza. La élite de la jerarquía eran los que poseían los títulos más altos: príncipes, duques, condes y gozaban de grandes fortunas. La mayoría de los nobles eran señores de tierras, y cobraban fuertes impuestos a los paisanos que las habitaban. Un noble debía "vivir noblemente", lo que significaba, sustentarse sin tener que trabajar.


LA BURGUESÍA

 Ellos, son "un todo que no es nada pero que aspira a ser cualquier cosa". Comprendían un amplio espectro heterogéneo de aspectos sociales: campesinos rurales, burgueses ricos de las ciudades, artesanos, obreros, pequeños comerciantes, pobres y mendigos itinerantes.
No tenían en general derechos especiales ni privilegios, sino que al contrario, soportaban todas las cargas impositivas: los impuestos eclesiásticos (diezmo), los señoriales directos e indirectos, los reales (la taille), etc. Sus principales reivindicaciones eran la igualdad impositiva. Estaban dentro del fuero de la justicia ordinaria de donde vivieran. No tenían muchas posibilidades de movilidad social o inserción en otros órdenes, excepto en el del clero, o en el caso de los burgueses ricos que pudieran comprar títulos o posiciones. Socialmente, los matrimonios de la nobleza con ellos no eran consentidos por los padres en absoluto.Los burgueses, a su vez, estaban dividos en alta y mediana burguesía. Los primeros llevaban un tren de vida fastuoso; tenían negocios financieros o comerciales, o invertían en la industria textil o agrícola; estaban, por su modo de vida, cerca de los nobles, y pretendían imitarlos en todas sus costumbres. La mediana burguesía eran propietarios de pequeñas tierras, rentistas, gente con profesiones liberales, hombres de ley, etc. Vivían sobre todo en zonas rurales y hacían grandes esfuerzos y ahorros para que sus hijos accedieran a la escala superior de la burguesía. El típico ascenso social era poder casar a sus hijos con gente de la alta burguesía, acceder a cargos administrativos en el gobierno, y poder llegar a comprar algún título de nobleza que les diera mayores privilegios. Tenían que pagar los impuestos reales y eclesiásticos, pero se beneficiaban con los impuestos directos señoriales.

El término se usó inicialmente para identificar a la clase social compuesta por los habitantes de los "burgos" (las partes nuevas que surgían en las ciudades bajomedievales de Europa occidental), caracterizados por no ser señores feudales ni siervos y no pertenecer ni a los estamentos privilegiados (nobleza y clero) ni al campesinado. Sus funciones socioeconómicas eran las de mercaderes, artesanos o ejercientes de las denominadas profesiones liberales. La ausencia de sujeción a la jurisdicción feudal era la clave: se decía que "el aire de la ciudad hace libre" (Stadtluft macht frei).4 Algunos burgueses llegaron a ejercer el poder local en las ciudades a través de un patriciado urbano en el que se mezclaban con la nobleza; lo que en las ciudades-estado italianas (Venecia, Florencia, Génova, Pisa, Siena) implicaba en la práctica el ejercicio de un poder cuasi-soberano (algo menos evidente en las ciudades imperiales libres alemanas), mientras que en las monarquías autoritarias en formación (Francia, Inglaterra, reinos cristianos de la Península Ibérica) significaba la representación estamental del denominado Tercer Estado, pueblo llano o común. Destacadas familias de origen burgués se terminaron ennobleciendo (Borghese, Médici, Fugger).

Impulsada por la transición del feudalismo al capitalismo, la burguesía prosperó y se desarrolló como una fuerza social cada vez más influyente durante el Antiguo Régimen; aunque la inadecuación entre su poder económico y su ausencia de poder político la llevó a protagonizar, en el tránsito entre la Edad Moderna y la Edad Contemporánea, las denominadas revoluciones burguesas. No obstante, considerar el papel de la burguesía como una necesidad determinada históricamente, ha sido señalado como una simplificación mecanicista, poco ajustada a la realidad: de hecho, en distintas formaciones sociales históricas se produjeron fenómenos muy distintos, de forma notable la acomodación de la burguesía a las estructuras del Estado absolutista en lo que se ha denominado historiográficamente por Fernand Braudel como "traición de la burguesía" (trahison de la bourgeoisie).

EL TERCER ESTADO

El Tercer Estado es uno de los tres estamentos básicos de la sociedad propio del feudalismo y el Antiguo Régimen. Se compone de la población carente de privilegios jurídicos y económicos, por tanto puede ser también considerado equivalente al grupo de no privilegiados o de pecheros (los que, particularmente en Castilla, estaban sujetos al pago de impuestos). También puede denominarse estado llano, pueblo llano o pueblo a secas, plebe (por similitud a la división de la sociedad romana entre patricios y plebeyos), o común.

Los sectores que componen el Tercer Estado son dos:
Atendiendo a su nivel económico puede haber grandes diferencias de riqueza entre los miembros del tercer estado, tanto en el campesinado (entre los ricos labradores, que pueden ser propietarios o más comúnmente arrendatarios de grandes explotaciones, y los jornaleros, que no poseen ni siquiera sus propios aperos de labranza)

PARTE III: El Juego de las Diferencias

Pues bien, llegados a este punto, el más importante de nuestro juego, es el momento de encontrar las diferencias y/o similitudes, que después de mas de un siglo, puedan existir en relación al momento actual, encajando las piezas en cada uno de sus lugares. En algunos casos será practicamente imposible, en otros demasiado sencillo, en ambos casos, estoy seguro que elegireis lo más adecuado a cada caso y seguro que os sorprendeis.

Os deseo como maestro de ceremonias que vuestra percepción e interpretación, este acorde a vuestra razón...MUCHA SUERTE, que a buen seguro, la vais a necesitar...entre otras cosas, para que no cometais los mismos errores, que en principio, otros han cometido, entre ellos, yo mismo.

Comienza la cuenta atrás...

NOTA
La mayoría del texto que aquí se reproduce, ha sido tomado de Wikipedia, para algunos es un buen metodo de referencia, para otros no. Si buscas informacion rapida es muy util, si buscas algo fiable, ve a las fuentes.

¿Cuáles son las razones para asumir esta posición tan radical sobre la Wikipedia? ¿Acaso no se trata del esfuerzo de muchos, incluso de personas preparadas y que ponen su inteligencia al servicio de la humanidad?

Las razones son muchas, pero en concreto podemos decir que los artículos de Wikipedia tienen las siguientes características:

1. Existe la presencia de opiniones personales, en muchas ocasiones soterradas bajo apariencias académicas y carentes de fundamentos científicos. Muchos editores con fuertes posiciones parciales, las cuales consideran “verdades universales”, se sienten en el deber de “educar” a la humanidad entera en sus conclusiones existenciales y por lo tanto las incluyen dentro del artículo que corresponde. Si un editor es ateo y exhibe su ateismo con orgullo y para acabar de ajustar no es un ateismo fundamentado, sino algo cercano al fundamentalismo, se sentirá en la obligación de “corregir” todos los artículos sobre teología que encuentre e incluso cuestionar dogmas y contradecir fuentes autorizadas. Los editores que podrían trabajar en una verdadera enciclopedia, pueden encontrar difícil poner en orden las alteraciones a veces entrando en discusiones eternas con los “correctores”, a veces abandonando el buen propósito.

2. Una gran cantidad de información carece de fuentes autorizadas, bibliografías, fichas técnicas, formatos académicos y todo lo que una verdadera enciclopedia debería llevar para ser creible. Muchos editores ignoran completamente las normas de presentación, exposición de ideas, métodos de trabajo e investigación e incluso de redacción.

3. Existen miles de millares de renglones acerca de temáticas irrelevantes en sentido universal (mucha información acerca de pueblos, aldeas, personajes que sólo interesan a unos, acontecimientos que no preocupan a nadie, artistas que nadie oye, proyectos que no sirven para nada práctico), mientras que falta un mayor desarrollo de temas más académicos y científicos. Por ejemplo, el área de la religión es en particular delicado y quizá uno de los más participados. Los objetos que toca son motivo de grandes confrontaciones que no tienen fin dada la enorme diversidad humana entorno al tema, desde los agnósticos hasta los fundamentalistas. En tanto, la presencia de editores en temas que tienen que ver con la matemática, la física, la geología, la astronomía, las ciencias sociales y todos esos temas que en realidad serían de gran utilidad, es escasa. Otra área bastante editada y que es producto de largas discusiones es la geografía, no como objeto de un estudio científico por supuesto, sino como un verdadero manual de viajes. Cada wikipedista ha hecho el artículo de su barrio, ciudad y provincia y cada uno quiere ver su cuna natal en Wikipedia, mientras se encuentra poco desarrollo en artículos sobre ríos, montañas, desiertos, análisis físicos de un país y cosas por el estilo que son el objeto de, por ejemplo, una clase de geografía. No es decir que toda esa información es basura, sino que existe un desequilibrio evidente.

Para qué sirve la Wikipedia

Ahora pasemos a las bondades. Evidentemente la Wikipedia tiene muchos puntos positivos. Para comenzar es bueno destacar que la Wikipedia es una magnífica herramienta para compartir el conocimiento y llegar a comunidades humanas en cualquier parte del mundo que tengan acceso a Internet. No sólo que les llegue sino que puedan participar en la construcción del mismo. Wikipedia en sí misma es una utopía, porque nunca llegará a ser una enciclopedia y siempre estará en construcción. Es posible conservar una antigua enciclopedia del siglo XVI, pero en el caso de Wikipedia, esta siempre estará en cambio. Aun así, todos los registros se conservan y si continúa a vivir, es posible que dentro de un siglo nuestros descendientes se entretengan leyendo los artículos escritos a principios del siglo XXI en Wikipedia y quizá se reían de muchos de ellos – como seguro ya lo hacemos nosotros de muchos de ellos – y rescaten muchos valores evidentes.

sábado, 8 de febrero de 2014

El Mundo entero al alcance de "todos" los españoles


El ser humano, bien por su necesidad personal, o por imperativo de las organizaciones políticas, sociales o económicas, ha sentido la obligación de establecer canales de comunicación con otros miembros de la sociedad. En España, su desarrollo es tan antiguo como su propia historia, aunque las primeras referencias que tenemos se remontan a la ocupación romana de la península, que valiéndose de la excelente red viaria creada por Roma, dispuso de un servicio de postas denominado Cursus publicus.
Pero es en los reinos cristianos del siglo XIII donde encontramos las primeras fuentes escritas que atestiguan el oficio de portador de cartas. En el Código de las Partidas de Alfonso X el Sabio se habla de los mandaderos que llevaban la correspondencia áulica, o en la profusa legislación de la Corona de Aragón se hace continua relación de los Hostes de Correos. La organización postal más destacada del periodo medieval es la Cofradía de Marcús, radicada en Barcelona, una asociación gremial con fines religiosos y de socorro mutuo entre los cofrades, que disfrutó de numerosos privilegios y exenciones.

Cofradia de Marcus
A partir de 1500 se establece una estructura postal nueva en España. Felipe I el Hermoso concedió el privilegio del servicio en régimen de monopolio con el título de Correo Mayor de España, a la familia Tassis, originaria de Italia, ratificándolo su hijo Carlos I en 1516. Estos eran los encargados de organizar las postas dentro de nuestro propio territorio y de las posesiones hispanas en Europa. Con respecto al tráfico postal con las recién descubiertas tierras americanas el título de Correo Mayor de Indias recayó, también en régimen de monopolio en la familia Galíndez de Carvajal, que lo ostentaron hasta mediados del siglo XVIII. Durante estos siglos se estableció en los territorios españoles un sistema de correo basado en los relevos de postas y en la creación de las estafetas, extendiéndose el servicio a los particulares mediante el cobro de un porteo relacionado con la distancia que debía recorrer el envío.

El cambio de dinastía en España en el siglo XVIII provocó la pérdida del monopolio postal para los Correos Mayores, en beneficio del Estado español que convirtió el correo en una Renta Real a partir de 1706, arrendando el servicio durante una década debido a los conflictos bélicos que asolaban España y Europa. El 8 de agosto de 1716 se nombró Juez Superintendente y Administrador General de las Estafetas de dentro y fuera de estos Reinos a Don Juan Tomás de Goyeneche, adscribiéndose administrativamente el ramo del Correo a la Secretaría de Estado.

Durante este siglo, gracias al impulso de los políticos ilustrados, se mejoraron las vías de comunicación estableciendo una red radial, se crearon nuevos servicios como el de impresos, periódicos, Lista o Apartados y se racionalizaron las tarifas; en 1762 se mandó abrir en los oficios y estafetas agujeros o rejas para el depósito de la correspondencia, dando origen a la boca buzón de Correos. Otra de las innovaciones más relevantes de este siglo fue la creación del cuerpo de Carteros urbanos en 1756, por iniciativa de Pedro Rodríguez de Campomanes, que en este momento era Asesor de la Real Renta de Correos. Con respecto a América se crearon los Correos Marítimos, con sede en La Coruña, que regularizaron el servicio con los Virreinatos y Audiencias del otro lado del océano.
Tras el paréntesis de la Guerra de Independencia, durante el siglo XIX se produjeron las transformaciones más radicales en el mundo de las comunicaciones. Hubo que reconstruir la red viaria, muy dañada cuando no destruida totalmente por los efectos de la guerra, y ampliar las principales líneas para el uso de los llamados carritos de violín que podían llevar incluso uno o dos pasajeros. A mediados de siglo Correos dispuso de una flota propia de transportes por carretera para la correspondencia y pasajeros y se incrementó la frecuencia de entrega postal.

Pero a partir de 1850 se impuso un nuevo medio de locomoción que sería de inmediato asumido por el correo, se trataba del ferrocarril. En 1855 quedó establecida la primera conducción de correo ambulante entre Madrid y Albacete, y a partir de este momento fueron suprimiéndose las líneas generales de diligencias según avanzaba el tendido ferroviario, exceptuando Galicia que no se unió por tren con Madrid hasta 1883. Este desarrollo potenció uno de los objetivos más importantes que la administración postal se proponía: que el correo llegará diariamente a todos los Ayuntamientos del país.
Penny Black,primer sello emitido en todo el mundo.
La otra gran conquista del siglo XIX en materia postal fue la invención del sello de correos como forma de pago de los envíos, ahora a cargo del remitente, debido al británico Sir Rowland Hill; poniéndose en circulación en 1840 y conocido como el Penny Black. En España se implantó el 1 de enero de 1850. Fueron cinco los primeros sellos emitidos por el Estado, con valores faciales que variaban desde los 6 cuartos para las cartas sencillas hasta los 10 reales para los certificados de mayor peso y en todos ellos la imagen representada fue el busto de la reina Isabel II. El último paso para la reorganización definitiva del correo se produjo en 1889 con la creación del Cuerpo de Empleados de Correos, organizado como una estructura piramidal.
Coincidiendo con las reformas de mediados del siglo XIX, los gobiernos liberales pusieron en marcha el servicio telegráfico. Siguiendo el ejemplo francés, España desarrolló un trazado de líneas de telegrafía óptica entre 1844 y 1855, de uso exclusivo del Estado. A partir de esta última fecha, se fue desarrollando la red electrotelegráfica, que en 1863 ya unía todas las capitales de provincias con Madrid. A finales del siglo el número de oficinas telegráficas abiertas al público ascendía a mil quinientas. Este nuevo sistema revolucionó el mundo de las comunicaciones, reduciendo el tiempo del mensaje a escasos minutos.

El progreso alcanzado a lo largo del siglo XIX se consolidó durante el XX, nuevas tecnologías, nuevos medios de transporte, nuevos servicios y una decidida vocación de utilidad pública provocaron la extensión del uso del correo. La aparición del automóvil y posteriormente la del avión cambiaron las estructuras postales y aceleraron la entrega de la correspondencia, así en 1899 se inauguró la primera conducción postal por carretera en la provincia de Navarra, y siete años más tarde la Administración Central de Madrid contaba ya con 16 vehículos para el transporte de la correspondencia.

En 1919 se creó por decreto en España el servicio aeropostal, que un año más tarde creaba las primeras líneas aeropostales españolas uniendo Barcelona con Alicante y Málaga, Sevilla con Larache, Barcelona con Palma de Mallorca y Málaga con Melilla. No obstante, el ferrocarril siguió siendo el principal medio para llevar las cartas y paquetes por toda la geografía peninsular hasta 1993 en que el servicio por tren dio paso a un modelo más racional y adecuado del transporte de la correspondencia por carretera.

De forma paralela, Correos se ha ido modernizando a través de un proceso continuado prestando nuevos servicios a lo largo del siglo a los ciudadanos, como el correo urgente (1905), el giro (1911), la Caja Postal de Ahorros, los envíos contra reembolso y los Paquetes Postales (1916), el Postal Exprés (1981), el Paquete Azul o los más actuales envases prefranqueados; también se ha producido la automatización de la clasificación de la correspondencia y la adecuación más racional de las tareas de los empleados postales. En estos momentos se encuentra en un camino, marcado por compromisos europeos, hacia la liberalización del sector.

El 21 de diciembre de 2010, se aprueba la Ley del Servicio Postal Universal, de los derechos de los usuarios y del mercado postal para garantizar la prestación de un servicio postal universal, público y de calidad en España y cuyo prestador será Correos durante 15 años, aunque el contrato regulador se revisará cada cinco. De esta manera finaliza la transposición al ordenamiento jurídico español del marco regulador europeo establecido por la Directiva 2008/6/CE, de 20 de febrero de 2008 para la plena realización de un mercado único comunitario, proceso iniciado hace más de 10 años. Enlace a la Ley: [1]

La aprobación de la Directiva 2008/6/CE del Parlamento Europeo y del Consejo[2], de 20 de febrero de 2008, fue un hito en el proceso de reforma postal en la Unión Europea, y un paso para la liberalización total en 2011, al poner las bases definitivas para la plena apertura del sector.1
Los operadores responsables de prestar el servicio postal universal de los estados miembros han emprendido medidas de diversa índole con las que abordar el nuevo contexto. A través de proyectos de fusión, planes de privatización parcial, programas de reestructuración y de reducción de costes o iniciativas de diversificación, trataron de competir con mayor eficiencia, compensar la consolidación de los medios electrónicos sustitutivos del correo tradicional o afrontar una crisis económica global que ha tenido efectos significativos en los flujos postales.

Resumiendo, en España, el servicio de correos fue una concesión durante años que graciosamente otorgaba el Rey, hasta que Felipe V convirtió el servicio en un asunto responsabilidad del Estado. Se cita el año 1706 como el del nacimiento del servicio público en España, el de 1756 como el de la creación del cuerpo de Carteros, circunscrito a Madrid (con un total de 12 miembros, repartían la correspondencia en la docena de distritos de la capital) y el de 1762 como el del nacimiento del primer buzón de correos.

Sin embargo, en España el cartero no adquirió la condición de funcionario hasta la II República. Y hubo que esperar a la democracia para que, por medio de la Ley de Cuerpos de Correos y Telecomunicaciones de 1979, las mujeres pudieran entrar en ese servicio en igualdad de condiciones. No quiere decir que no hubo carteras hasta entonces (las primeras 40 mujeres entraron en el servicio de telégrafos en 1882 y las primeras carteras actuaron en 1922 como consecuencia de una huelga de jefes y oficiales de correos). Lo que sucedía es que el acceso estaba muy restringido para las mujeres y sus salarios eran considerablemente más bajos, problema que no se acabó de resolver hasta el ya citado año de 1979.

Pero lejos de estas curiosidades, los servicios de correos se han ido adaptando a su tiempo permanentemente y han sufrido, como en el caso de los países europeos a partir de 2001, procesos de liberalización y recortes de personal. Sin embargo, la imparable evolución de las nuevas tecnologías de comunicación hace sospechar que no tiene mucho sentido entregar un mensaje a domicilio por muy lejos que esté el destinatario y que se hace necesario reinventar la figura del cartero. Ahora bien, el cartero es algo más que un trabajador que entrega un paquete.

En España, desde la década de 1960, los segmentos más rentables del mercado postal han estado abiertos a las empresas privadas presentes en el sector. Otros operadores nacionales y extranjeros han ido progresivamente ampliando su presencia en los segmentos de correspondencia, marketing directo, paquetería y redes de atención al público, mediante la firma de alianzas con socios domésticos, instalándose directamente o creando sus propias oficinas de cambio extraterritoriales, muy especializadas en la captación de flujos internacionales en países emisores. Y hablando de flujos internacionales, ¿Es posible que soplen vientos del Norte..?

Cuando algo se produce de forma habitual en una zona, es normal que en el lugar se le ponga un nombre propio. Pongamos un ejemplo, en el caso de los vientos, que no es una excepción, Eolionimia es el nombre que reciben. Pero, ¿y cuando algo no tiene nombre? ¿Qué es, lo que se hace...con el fin de mantener, con impulso propio y directriz adecuada, la información  nacional...?



Es la comunicación, dicen las buenas lenguas, el proceso mediante el cual se puede transmitir información de una entidad a otra, alterando el estado de conocimiento de la entidad receptora.Tradicionalmente, la comunicación se ha definido como «el intercambio de sentimientos, opiniones, o cualquier otro tipo de información mediante habla, escritura u otro tipo de señales». Todas las formas de comunicación requieren un emisor, un mensaje y un receptor destinado, pero el receptor no necesita estar presente ni consciente del intento comunicativo por parte del emisor para que el acto de comunicación se realice. En el proceso comunicativo, la información es incluida por el emisor en un paquete y canalizada hacia el receptor a través del medio. Una vez recibido, el receptor decodifica el mensaje y proporciona una respuesta. Veamos un ejemplo, práctico, muy sencillo:

Emisor:

Navacerrada, 2011 Inauguración Campus Faes
Viernes 1 de Julio de 2011 en la inauguración del Campus Faes, junto al expresidente del Gobierno, José María Aznar, minutos antes en una entrevista a ABC, suenan estos vientos;

Mensaje:

«Hay que reducir el tamaño del sector público
 y liberalizar el sector privado»
(Iain Duncan Smith. Ministro de Trabajo del Reino Unido)
 
Receptor:

El sector postal español se encuentra totalmente liberalizado desde la aprobación de la Ley Postal 2010, hija aventajada de la III Directiva Postal de la Unión Europea; esas sacrosantas directivas con las que la burguesía europea se está llenando los bolsillos a base de acabar con los sectores públicos. Con su puesta en marcha, la mayor empresa pública del Estado español, Correos, pierde el monopolio que ostentaba sobre una amplísima cantidad de productos postales (notificaciones administrativas, giros, etc.).

Entre otras lindezas, la Ley Postal permite el acceso gratuito de los operadores privados a la red pública (los trabajadores públicos llevamos productos postales de estas empresas); fija unas tarifas para Correos mientras a los privados se les permite depreciarlas sobre la base del dumping laboral, y obliga a la empresa pública a ser el único prestador del Servicio Postal Universal (SPU). Esto último significa que está obligada a llegar a todos los buzones del territorio cinco días a la semana y con rigurosos tiempos de entrega que de no ser cumplidos acarrean sanción de la UE. La obligación por parte de los operadores privados respecto a Correos, por ser este el prestador del SPU, se limita a la aportación de un ridículo 1% de sus beneficios si estos superan los 50.000 euros; fácilmente sorteable cuando se trabaja a base de franquicias y subrogación de empresas.
Por si la Ley Postal no significase suficiente ataque contra el operador público en beneficio de los privados, el Gobierno del PP, al servicio de los empresarios, se encarga de hacer el resto. Por un lado, el Tribunal de Defensa de la Competencia ha convertido a Correos en la empresa más multada tras Telefónica (muy por encima de las eléctricas o las petroleras, con problemas de competencia más evidentes y graves que los de Correos). Por otro lado, desde el Gobierno se está impulsando la sustitución de la factura física (carta) por la electrónica, sustitución que no beneficia en nada a los ciudadanos (internet solo llega a un 60%) sino a los planes de ahorro de los grandes clientes (el correo de 189 de ellos significa el ¡85% de la facturación de Correos!). Y qué decir de la “neutralidad” que la Administración está teniendo a la hora de volver a adjudicar contratos (los últimos los de la Agencia Tributaria y la Seguridad Social) a operadores privados como Unipost, que han demostrado reiteradas veces que no tienen capacidad para cumplirlos.

Plan estratégico

Estos descarados ataques al operador público en beneficio de los lobbies privados muestran las intenciones del gobierno respecto a la mayor empresa estatal: su privatización.
De la mala situación económica de la empresa (consecuencia de su nefasta gestión), que ha dado pérdidas en 2012 y que espera un raquítico beneficio para 2014, se puede deducir que su venta no se producirá mañana. Antes hay que hacerla atractiva a futuros inversores saneándola con dinero público para después trocearla. De ahí la “sorpresiva” inyección estatal de 318 millones de euros este año y de 518 millones más para 2014 en concepto de deuda acumulada por la prestación del SPU.
Y con ese mismo objetivo nace el Plan Estratégico presentado recientemente por la dirección de la empresa a bombo y platillo: llevar a cabo una total reconversión de Correos a la vez que se intenta conseguir cuota de mercado en la paquetería (segmento del mercado postal con más futuro y donde Correos ostenta una ridícula cuota del 4%).
Desde la puesta en marcha de este plan de “viabilidad” se ha podido apreciar un notable incremento de la destrucción de puestos de trabajo con la consiguiente pérdida de calidad en el servicio; se han sacado a subasta con una consultora externa 112 inmuebles (extraña actitud la de vender patrimonio cuando se nos dice que vamos a crecer) y se ha iniciado un proceso de cierre de oficinas y de centros de tratamiento automatizado del correo. Ni más ni menos que el mismo camino que ha recorrido el Royal Mail británico y que ha finalizado hace unos meses con su salida a Bolsa tras el despido de miles de trabajadores y el cierre de miles de oficinas.

Degradación del servicio y de las condiciones laborales

Sus consecuencias tanto para trabajadores como para usuarios serían terribles. No tenemos que ir muy lejos para comprobarlo. Unipost, la otra gran empresa postal (privada) dedicada al correo tradicional (no a la paquetería), amenaza actualmente a su plantilla con un cuarto ERE en un tiempo récord en su corta existencia. La última propuesta de la empresa consiste en 500 despidos (sobre una plantilla de 2.600 trabajadores y 2.000 subrogados), rebaja salarial del 10%, movilidad forzosa sin indemnización, conversión sin límite de jornadas completas a parciales con reducción salarial y cargarse el actual convenio de empresa pasando al de Entrega Domiciliaria, hecho que supondría un recorte de hasta un 30% del salario.
La pérdida continua de contratos por parte de Unipost al incumplir los plazos de entrega habla por sí solo del tipo de servicio que se ofrece cuando lo único que se persigue es el beneficio económico.
Estas mismas serían las consecuencias inmediatas de la privatización de Correos: la sobreexplotación de sus trabajadores con pérdidas salariales y de derechos y la drástica caída en la calidad del servicio. El impacto que sufrirían las zonas rurales, deficitarias por naturaleza desde un punto de vista empresarial, sería un auténtico desastre.
Y es que no son nuevas las “bondades” de la liberalización de sectores estratégicos de la economía y la privatización de las grandes empresas públicas. Ejemplos harto elocuentes los encontramos en el sector eléctrico y en el de las telecomunicaciones. Todos los beneficios prometidos a los ciudadanos se han quedado, tras su venta a precio de saldo al gran capital, en un empeoramiento del servicio y un escandaloso aumento de los precios; basta ver las facturas del teléfono, la luz o el agua, que se llevan buena parte de nuestros salarios. Quienes se benefician realmente son las empresas compradoras y los políticos que impulsan estos procesos y que acaban en sus consejos de dirección con salarios astronómicos en pago a los servicios prestados....

Pero, aún hay más....

Posiblemente no habría organización más poderosa sobre la Tierra que aquella que agrupara todos los servicios de correos del mundo y sus seis millones largos de empleados. Con el aire de una inmensa división de infantería, esta supuesta megaempresa podría enorgullecerse de conocer a casi todos los habitantes del planeta. Y eso sería así porque, detrás de cada servicio de correos que se precie, hay una función que no ha cesado durante siglos: llegar al último rincón de un país para llevar un mensaje (una carta, un paquete, incluso algo de dinero) al vecino que allí habita. Claro está que los tiempos han cambiado tanto que podría afirmarse que un gigante como Google sabe más de nosotros, de miles de millones de ciudadanos, que ninguna otra organización. Y precisamente, gracias a Google y otras compañías, muy poca gente tiene ahora necesidad de enviar un mensaje a alguien utilizando un intermediario.

Canada planea acabar en cinco años con la entrega puerta por puerta

La revolución tecnológica ha dejado a los servicios de correos sin una parte de su trabajo, con una legión de carteros a sus espaldas, y obligados a modernizarse a marchas forzadas bajo la amenaza de evitar la ruina. El servicio postal de Canadá parece haber abierto el debate al tomar la decisión, hace unas semanas, de eliminar los carteros en un plazo de cinco años. La medida ha puesto sobre alerta a todos los servicios de correos, que matizan que “la decisión canadiense” no es tan radical como se está anunciando: “No es lo mismo eliminar a todos los carteros que algunos servicios de entrega a domicilio”, matiza un portavoz del servicio de correos español.

Canadá puso en marcha un plan de cinco puntos que supone, entre otras medidas, la eliminación de una parte de la entrega de cartas a domicilio en un plazo de cinco años. Los residentes en las localidades afectadas podrán recoger su correspondencia en una especie de oficina comunitaria. Canadá estima que su servicio universal de correos supone un coste actual de 283 dólares por domicilio, coste que se puede bajar a 108 dólares si se abre la oficina comunitaria y se elimina al cartero. Las medidas de choque van acompañadas de la reducción de 8.000 puestos de trabajo y la subida del precio del sello de correos, el de un dólar (unos 72 céntimos de euro). No se puede decir que Canadá tenía un servicio ruinoso o ineficiente: hasta el año 2011, se habían registrado 16 años consecutivos de beneficios. Pero las pérdidas comenzaron en 2012 y las previsiones dibujaban un panorama preocupante con el horizonte de las 1.000 millones de dólares (729 millones de euros) en números rojos para 2020. El volumen de correo había caído un 25% entre 2008 y 2011.

El informe, cuya conclusión es vista como una amenaza de muerte a la legendaria figura del cartero, se basó en una encuesta entre los canadienses que dio como resultado que el ciudadano medio apreciaba la calidad del servicio de Correos. Sin embargo, los habitantes de las grandes urbes ponían mayor énfasis en la eficiencia y la rentabilidad, frente al hecho, aparentemente romántico, de mantener un servicio puerta a puerta a toda costa. Naturalmente, los habitantes de las zonas rurales no pensaban lo mismo. Sin embargo, la encuesta valoraba la credibilidad del cartero.

La experiencia canadiense ha provocado un aluvión de comentarios en el país vecino, donde también se cierne la amenaza de las pérdidas sobre el gigante US Postal Service, una de las pocas empresas públicas que tienen una estructura federal en Estados Unidos y cuya financiación depende del Congreso. Algunas voces reclaman que se aplique la misma medicina y que se deje el servicio en manos de la competencia privada. Sin embargo, el debate no es tan simple como discernir entre rentabilidad y eficacia; la cuestión es quién garantiza un servicio universal de correos, accesible a toda la población; en términos de rentabilidad, pocas empresas están interesadas en llevar un paquete a un lugar recóndito o de difícil acceso, salvo que medie un precio elevado.

Y es que, detrás de la tradicional y solitaria figura del cartero, hay no solo una larga historia de adaptación a los tiempos sino la esencia de un servicio público universal y accesible a todas las economías.
Además, a la explosión del comercio electrónico se une la confianza que el consumidor deposita en un servicio de correos público. Los servicios de correos modernizan sus instalaciones para adaptarlas al mercado de la paquetería y diversifican sus actividades buscando nuevos nichos de negocio.

La experimentación con el trabajo de los carteros es tan variada que podría diseñarse el perfil de un hombre orquesta, capaz de ser un enfermero, un farmacéutico, un controlador o vaya usted a saber qué actividad llegarán a desempeñar en un futuro. En Suiza y en algunos países nórdicos, se está experimentando con carteros realizando actividades como el acompañamiento de personas mayores en lugares alejados. En Francia se está probando que los carteros realicen la entrega de medicamentos a enfermos crónicos o la lectura de los contadores de la luz y el gas. La utilización de teléfonos inteligentes o de otros aparatos digitales, les convierten en un personal adecuado para certificar la identidad de una firma o de una persona.

La propia telefonía se ha convertido en un aliado de algunos servicios de correos como es el caso del argentino, cuyo servicio público, privatizado en 1997 y nacionalizado en 2003, permite que en sus casi 4.500 oficinas se puedan recargar los teléfonos o pagar los impuestos. En Brasil, estudian que el servicio de correos se convierta en una operadora telefónica, al estilo de lo que sucede en Italia, donde el servicio de Correos, incluido en el Ministerio de Economía, ha vendido tres millones de tarjetas telefónicas a lo largo de 2012 y donde hay proyectos en marcha tales como que los carteros utilicen sensores para medir la calidad del aire.

El cartero del futuro está rediseñándose. Será probablemente un trabajador digital, un hombre orquesta dotado de la última tecnología, capaz de administrar medicinas, atender a ancianos o introducir todo tipo de datos en un ordenador portátil o hacer cualquier desempeño que signifique estar cerca del lugar objeto de atención. Pero seguirá siendo un empleado de confianza para la maquinaria del Estado y para el ciudadano. Es en esa mezcla de credibilidad y cercanía donde reside la verdadera naturaleza de su oficio. Si no, no será un cartero...

Y, para acabar por el momento...

El grupo empresarial público SEPI (al que pertenece el operador público)ha obtenido durante el primer semestre del año un beneficio neto de 488,59 millones de euros, muy por encima de los 22,62 millones alcanzados en el mismo periodo de 2012, informa la empresa.

En cuanto al resultado de Correos, se ha producido una mejora que viene motivada por el registro en este periodo de los 269 millones que ha recibido en concepto de compensación del Ministerio de Fomento por el déficit del servicio postal universal de los ejercicios 2009 y 2010.
Según el informe de SEPI, el grupo Correos cerró el ejercicio 2012 con una pérdida neta de 4 millones de euros, tras elevar en un 38,7% sus pérdidas de explotación, hasta los 13,6 millones de euros. La compañía postal pública redujo un 10% su cifra de negocios el pasado año, hasta 1.875 millones de euros, si bien 2,3 puntos porcentuales de este descenso se deben al menor número de procesos electorales. El operador también achaca este descenso a la "continua" caída de la demanda de envíos postales, por el efecto tanto de la crisis económica como de los planes de ahorro de los grandes clientes del grupo, y por el "progresivo efecto de la sustitución" de envíos postales físicos por electrónicos. Por áreas de negocio, los envíos postales tradicionales generaron 812 millones de euros a Correos, los certificados otros 473 millones, el marketing 120 millones y la paquetería 40 millones. Servicios como envíos de dinero y el telegráfico facturaron otros 181 millones. DISMINUCION DE LA PLANTILLA. Para compensar este descenso, Correos ha llevado a cabo distintas iniciativas de reducción de costes, entre las que figuran una disminución de la plantilla en unas 3.200 personas (un 5,6%), hasta situarla en unos 54.140 empleados a cierre de diciembre. Además, la empresa pública asegura haber aplicado medidas de austeridad en diferentes partidas de servicios y suministros exteriores que han permitido un ahorro de 21 millones de euros. En el capítulo de gastos, los de aprovisionamiento sumaron 10 millones de euros, de los que 3,2 millones corresponden a sellos de franqueo, mientras que los de transportes supusieron 76,4 millones, y los de conservación, 71,6 millones.

Correos, pendiente de cobrar 208 millones del Estado por el servicio postal público de últimos años - Expansion.com

Según el informe de SEPI, el grupo Correos cerró el ejercicio 2012 con una pérdida neta de 4 millones de euros, tras elevar en un 38,7% sus pérdidas de explotación, hasta los 13,6 millones de euros. La compañía postal pública redujo un 10% su cifra de negocios el pasado año, hasta 1.875 millones de euros, si bien 2,3 puntos porcentuales de este descenso se deben al menor número de procesos electorales. El operador también achaca este descenso a la "continua" caída de la demanda de envíos postales, por el efecto tanto de la crisis económica como de los planes de ahorro de los grandes clientes del grupo, y por el "progresivo efecto de la sustitución" de envíos postales físicos por electrónicos. Por áreas de negocio, los envíos postales tradicionales generaron 812 millones de euros a Correos, los certificados otros 473 millones, el marketing 120 millones y la paquetería 40 millones. Servicios como envíos de dinero y el telegráfico facturaron otros 181 millones.

Resultado: Disminución de la Plantilla

Para compensar este descenso, Correos ha llevado a cabo distintas iniciativas de reducción de costes, entre las que figuran una disminución de la plantilla en unas 3.200 personas (un 5,6%), hasta situarla en unos 54.140 empleados a cierre de diciembre. Además, la empresa pública asegura haber aplicado medidas de austeridad en diferentes partidas de servicios y suministros exteriores que han permitido un ahorro de 21 millones de euros. En el capítulo de gastos, los de aprovisionamiento sumaron 10 millones de euros, de los que 3,2 millones corresponden a sellos de franqueo, mientras que los de transportes supusieron 76,4 millones, y los de conservación, 71,6 millones.

Si bien,y aludiendo a este  notable poeta y prosista español que en 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española,pero que nunca quiso tomar posesión del sillon, al efecto(algo que no suele ser habitual, con ciertos personajes) citaré lo siguiente:

"Está el hoy abierto al mañana. Mañana, al infinito. Hombres de España: ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito".