lunes, 17 de febrero de 2014

El Juego de las Diferencias: El Hombre y la Tierra

 Un juego es una actividad que se utiliza para la diversión y el disfrute de los participantes; en muchas ocasiones, incluso como herramienta educativa. La primera referencia sobre juegos que existe es del año 3000 a. C. Los juegos son considerados como parte de una experiencia humana y están presentes en todas las culturas.Todos nosotros hemos aprendido a relacionarnos con nuestro ámbito familiar, material, social y cultural a través del juego.
Juego de Mesa Amenhotep III(Senet)
Se han enunciado innumerables definiciones sobre el juego, así, el diccionario de la Real Academia lo contempla como un ejercicio recreativo sometido a reglas en el cual se gana o se pierde. Sin embargo la propia polisemia de éste y la subjetividad de los diferentes autores implican que cualquier definición no sea más que un acercamiento parcial al fenómeno lúdico. Se puede afirmar que el juego, como cualquier realidad sociocultural, es imposible de definir en términos absolutos, pero si sus características. Entre ellas se pueden destacar, que favorece el proceso socializador, y en ocasiones ayuda a conocer la realidad...
Un buen ejemplo de ello, sería el juego de simulación, sumamente  sencillo pero altamente desarrollado, llamado de "las diferencias". Las reglas de este juego, así como los instrumentos, son extremadamente sencillos. Sin embargo, el conjunto de relaciones y los mecanismos son impredecibles, pues pretenden ampliar la percepción e interpretación del mundo real de los participantes,precisamente estimulando dicha percepción e interpretación, como no puede ser de otro modo, del ... mundo real.

Este juego,como es obvio tiene un guia o maestro de ceremonias, que lo introduce y lo presenta, facilitando el progreso del mismo y garantizando que se respeten, en la medida de lo posible, las reglas del mismo. Las Bases del Juego son, como en cualquier otro, los antecedentes, lo cual nos ayuda a  situarnos en el contexto, para que lo entendamos mejor.  Dicho esto, no queda más que iniciarlo. Por tanto, propongo ser su Grand maître des cérémonies...

Comenzaremos con una introducción, para pasar después a los personajes y a continuación nos introduciremos en el juego...Lo divideremos en tres partes, donde la primera nos situará en la historia y su concepto, la segunda nos presentará a los personajes y la tercera....nos ayudará a entender el juego de las diferencias, percibiendolo e interpretandolo en el mundo real.

PARTE I: La Introducción.

El feudalismo fue el sistema de organización más característico de la Edad Media. Se trató de un sistema contractual de relaciones políticas, militares y económicas entre el rey, la nobleza, los campesinos e incluso los eclesiásticos.Este sistema de vasallaje cruzaba toda la escala social, desde el más humilde campesino hasta el más encumbrado duque.
Su principal característica fue la concesión de feudos o territorios que el monarca otorgaba a los vasallos que se hubieran destacado en la guerra o en otra forma de servicio. Pero esta donación no obedecía solamente a la generosidad de los soberanos, sino que constituía una manera de asegurar la defensa y la unión del reino. Su entrega se suscribía durante la realización de un acto de gran solemnidad que se dividía en tres etapas: homenaje, juramento de fidelidad e investidura.
Mediante el homenaje y la investidura quedaban establecidas obligaciones recíprocas, dentro de las cuales el vasallo noble debía cumplir con las de ayuda y consejo. La ayuda era el servicio militar, y como los señores feudales contaban con muchos vasallos campesinos, se aseguraban las fuerzas necesarias para su defensa. El consejo comprendía la ayuda en pleitos donde el noble servía como juez.


Desde el punto de vista institucionalista, el feudalismo fue el conjunto de instituciones creadas en torno a una relación muy específica: la que se establecía entre un hombre libre (el vasallo), que recibía la concesión de un bien (el feudo) por parte de otro hombre libre (el señor), ante el que se encomendaba en una ceremonia codificada (el homenaje) que representaba el establecimiento de un contrato sinalagmático (de obligaciones recíprocas). Esta serie de obligaciones recíprocas, militares y legales, establecidas entre la nobleza guerrera; giraba en torno a tres conceptos clave: señor, vasallo y feudo. Entre señor y vasallo se establecían las relaciones de vasallaje, esencialmente políticas. En el feudo, entendido como unidad socio-económica o de producción, se establecían relaciones de muy distinta naturaleza, entre el señor y los siervos; que desde la historiografía marxista se explican como resultado de una coerción extraeconómica por la que el señor extraía el excedente productivo al campesino. La forma más evidente de renta feudal era la realización por los siervos de prestaciones de trabajo (corveas o sernas); con lo que el espacio físico del feudo se dividía entre la reserva señorial o reserva dominical (donde se concentraba la producción del excedente) y los mansos (donde se concentraba la producción imprescindible para la reproducción de la fuerza de trabajo campesina). En otras formas, los siervos se obligaban a distintos tipos de pago; como una parte de la cosecha o un pago fijo, que podía realizarse en especie o en moneda (forma poco usual hasta el final de la Edad Media, dado que en siglos anteriores la circulación monetaria, y de hecho todo tipo de intercambios, se reducían al mínimo), a los que se añadían todo tipo de derechos y monopolios señoriales.

Puede definirse el feudalismo como un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de obediencia y servicio –principalmente militar– por parte de un hombre libre, llamado “vasallo”, hacia un hombre libre llamado “señor”, y obligaciones de protección y sostenimiento por parte del “señor” respecto del “vasallo”, dándose el caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la mayoría de las veces como efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado “feudo”; según François-Louis Ganshof

O también, como:

Un sistema bajo el cual el estatus económico 
y la autoridad estaban asociados con la tenencia de la tierra
y en el que el productor directo (que a su vez era poseedor de algún terreno) tenía la obligación, basada en la ley 
o el derecho consuetudinario, de dedicar cierta parte de su trabajo 
o de su producción 
en beneficio de su superior feudal; 
según Maurice Dobb

Se puede entender también como la consecuencia de la ruptura de todas las estructuras de poder antiguo tras la caída del Imperio Romano. El poder estatal se fragmenta y es asumido por los grandes propietarios de tierras, los señores. Cada señor se convierten en juez, administrador, cobrador de impuestos y líder militar de la comarca que controla. Este poder de los señores feudales recibía el nombre de ban. Los campesinos ofrecían sus servicios en trabajo (corveas) o pagaban un impuesto o tributo al señor feudal a cambio de protección.

Pese a la ausencia de control estatal, el sistema feudal no era una anarquía. Entre los señores se forman relaciones feudovasalláticas de subordinación. Los señores débiles se subordinaban a un señor más poderoso. En la cima de estas relaciones de vasallaje estaba el rey, a quien todos los señores declaraban estar sometidos.

Un complejo de compromisos militares, que, junto con la disgregación del poder político, conlleva una privatización de funciones públicas en beneficio de una minoría de libres privilegiados.

EL FEUDO

En el feudo se encontraban establecimientos por cuya utilización el señor cobraba contraprestaciones en metálico o en especie. Entre estos establecimientos se hallaban la panadería, la herrería, la taberna y el molino. También podían devengarse por la explotación de un bosque, el uso de un río, y eventualmente su vadeo a través de un puente, cuya utilización devengaba el "peaje" o pontazgo. Todas estas rentas constituían el monopolio del señor y se complementaban además con las que obtenía de su propio campo de cultivo o dominio, en el que trabajaban los siervos. También la iglesia tenía su propio impuesto llamado diezmo, consistente en el cobro del 10% de la cosecha.



En Castilla, puede considerarse como equivalente al señorío. No obstante, hay un debate historiográfico sobre las diferencias entre el régimen señorial en Castilla y el modelo europeo, ligado a la descomposición del Imperio carolingio En la Corona de Aragón el término feudo era tan común como el de señorío. A diferencia de los modelos de Castilla, en Aragón convive, junto al feudo tradicional, el llamado feudo honrado u honorato, que se diferencia del resto en que no se produce contraprestación económica alguna, ya que la concesión feudal es absque tamen aliquius prestacione servicii o nulli servitio obnoxium, y se recibe bajo la fórmula de juramento, fidelidad y homenaje.

Aunque en origen el señor (por ejemplo, el rey) retenía la capacidad de retirar el feudo a su vasallo (por ejemplo, un conde), el feudo en la práctica se fue haciendo vitalicio y hereditario, pasando a convertirse en el patrimonio de una familia noble. No conviene utilizar el término propiedad para esta relación, más propiamente vinculación. Los derechos plenos de propiedad no son propios de la Edad Media (ni siquiera del Antiguo Régimen), sino del Derecho Romano o del Estado Liberal. El señor que lo da, y su vasallo noble que lo recibe, comparten de alguna manera algún tipo de derecho de dominio sobre el feudo (que podría llegar hasta la teórica reversión al señor en caso de felonía o incumplimiento de la fidelidad debida, o de la liberación de toda obligación para el vasallo en felonía por parte del señor), del mismo modo que el señor y su siervo campesino también comparten el dominio sobre la tierra (dominio útil y dominio eminente).

La manera de explotar económicamente el feudo, en su manera "clásica", en los siglos de la Alta Edad Media, en que no había casi circulación monetaria y muy escasa comercialización de los excedentes, consistía en repartir la tierra en dos porciones: la reserva señorial y el manso. Cada manso era entregado a un campesino, que se encomendaba (commendatio) al señor (bien libremente o bien forzosamente), pasando a convertirse en su siervo. En latín servus (ancilla) podría traducirse por esclavo, pero en realidad en la época feudal la utilización de mano de obra esclava en la agricultura no era dominante. La condición jurídica del siervo tampoco era de libertad, puesto que estaba ligado a la tierra que trabajaba. Eso sí, disponía del producto de su manso, que cultivaba a su criterio y del que obtenía lo necesario para su subsistencia (en términos del materialismo histórico, la reproducción de su fuerza de trabajo). Los días que fijara la costumbre (corvea en Francia, serna en Castilla) debía trabajar obligatoriamente en la reserva señorial. Ese trabajo excedente es la forma de obtener el excedente por parte del señor, que se beneficiará del producto de esa reserva (apropiación del excedente por coerción extraeconómica, en esos mismos términos, que define el modo de producción feudal).

Padrón del alcabala Cehegín. Año 1596. Fragmento. Archivo Municipal de Cehegín
La activación de la economía a lo largo de los siglos, sobre todo después del año 1000, que permite que haya circulación monetaria y el surgimiento de mercados, comarcales, urbanos y luego a larga distancia, harán que el modelo se altere, y se conviertan los pagos en trabajo en pagos en especie (fijos o porcentajes, como en la aparcería) o en dinero (renta feudal). Para el señor también eran multitud de derechos feudales que garantizaban que todo tipo de excedente le sea entregado (portazgos, peajes, derecho de molino, de taberna, de tienda, de explotación de bosques, caza y ríos...) incluyendo los pagos más polémicos (ius primae noctis o derecho de pernada, habitualmente redimible con un pago). La apropiación de impuestos teóricamente del rey (como la alcabala en Castilla) era también muy común de los señores, en la Baja Edad Media.

Feudo alodial. Es el feudo que no era redimible.
Feudo de cámara. El que estaba constituido en situación anual de dinero sobre la hacienda del señor, inmueble o raíz.
Feudo eclesiástico. El que se daba de los bienes de la iglesia a un clérigo o lego.
Feudo franco. El que se concedía libre de obsequio y servicio personal.
Feudo impropio. Aquél al que faltaba alguna circunstancia de las que pide la constitución del feudo riguroso, como el feudo de cámara, el de franco, etc.
Feudo laical. El que se daba por los príncipes u otros señores seglares e incluso por eclesiásticos de sus bienes patrimoniales y laicales.
Feudo ligio. Aquel en que el feudatario quedaba tan estrechamente subordinado al señor que no podía reconocerle otro con subordinación semejante, a distinción del vasallaje general que se puede dar respecto de diversos señores.
Feudo propio. Aquél en que concurrían todas las circunstancias que pide su constitución para hacerle riguroso.
Feudo recto. El que contenía obligación de obsequio y servicio personal determinado o no.
Feudo reversible o revertible. El que podía ser revertido a cierto tiempo como sucede en el foro.3
Feudo de soldada. Desarrollado más ampliamente en el Oriente Latino que en Occidente debido a sus características propias, al menor nivel de urbanización de Europa Occidental y a las pérdidas territoriales de Jerusalén de finales del XII. Se basaba en la concesión de rentas sobre los oficios (obraje, puesto comercial) o las tasas urbanas. "Los civiles notables podían escoger recibir la propiedad o el usufructo de las ciudades o de dominios rurales; pero se vio a menudo que era más simple darles de manera menos durable la renta de un molino, de un horno. De todos modos, la percepción de las tasas sobre los oficios y el comercio era frecuentemente concedida por el estado en una especie de arriendo, -qabala-, de la que los beneficiarios sacarían un apreciable beneficio" (Claude Cahen, "Oriente y Occidente en tiempos de las Cruzadas")

 A partir del siglo IX los excedentes facilitan el comercio más allá de las fronteras del señorío. Las actividades comerciales permiten que surja una incipiente burguesía, los mercaderes, que en su origen eran campesinos que aprovechaban los tiempos en los que no era necesario el trabajo de la tierra para comerciar, y que deberán realizar su trabajo pagando igualmente una parte de sus beneficios en forma de tributos a los Señores. El lujo al que aspiran los Señores con el incremento de las rentas, favorece la aparición cada vez más frecuente de artesanos. Las rutas de peregrinación son los nuevos caminos por donde se abre el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela son los destinos, pero las comunidades situadas en sus vías de acceso florecen ofreciendo hospedaje, comida y ropa. La venta directa al consumidor permite a muchos campesinos aportaciones extras a sus arcas. Se incrementan las tasas de tránsito, peaje y mercados. Las ciudades, burgos, son al mismo tiempo espacios de defensa y de comercio conforme avanza el tiempo y se va gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos XIII y XIV. 

PARTE II: Los Personajes

EL CLERO

El Alto Clero (Arzobispos, Obispos, Cardenales, Abades y Canónigos) estuvo siempre dominado por el episcopado, cuyos poderes terrenales eran equiparables a los de cualquier señor laico. En un primer momento, los monjes, todos pertenecientes al Bajo Clero(clérigos, especialistas en códices, miniaturistas, filósofos, pensadores, monjes y frailes). Normalmente procedían de las clases bajas y comerciantes y raramente podían alcanzar privilegios del alto clero. , quedaban dentro del ámbito de poder de los obispos; más tarde, serían los abades quienes terminarían por delimitar su autoridad sobre los miembros de las órdenes monásticas, quedando los sacerdotes en el ámbito de la diócesis episcopal.

En las abadías, se fueron perfilando modelos distintos: por un lado, aquéllas que no eran poseedoras de grandes propiedades y que dependían para su supervivencia de las limosnas de los fieles, y de algunos predios entregados por los señores del lugar para garantizar el sustento de la comunidad religiosa. La necesidad de dinero favorece que sea en este instante en el que la figura de la limosna es ensalzada como deber fundamental para el creyente y camino para la salvación del alma.

Otros monasterios poseían extensas propiedades y el abad actuaba como un señor feudal, en algunos casos incluso nombrando caballeros que le protejan o favoreciendo la creación de órdenes religioso-militares de gran poder. Sea como fuere, en éstos el dinero proviene de las rentas que son entregadas por los siervos, generalmente en especie, así como de las aportaciones, muchas de ellas generosas, y a veces interesadas, de otros señores. La necesidad de mantener una buena relación con el abad de un monasterio poderoso favorecerá que otros señores entreguen ofrendas de alto valor y ayuden a la construcción y embellecimiento de iglesias y catedrales que simbolizaban el poder.

El diferente destino de los eclesiásticos venía determinado por su ascendencia social. Se trata del estamento social más abierto, pues cualquier persona libre puede incorporarse al mismo pagando una cantidad de dinero dote. Éste será el elemento que determine dentro del estamento la posición que, efectivamente, va a ocupar cada uno. Los hijos de los señores que se integran dentro de la iglesia aportarán cuantiosas sumas que garantizan, no sólo su supervivencia de por vida, sino un incremento patrimonial notable para el cabildo catedralicio o monasterio en el que se integran, y un rango alto de los donantes dentro del sistema. Son éstos los que ocuparán más tarde los cargos obispales. Por otro lado, los clérigos serán los hijos de los campesinos y, en general, de los no privilegiados, y cuyas funciones, además de las religiosas, estarán limitadas al ora et labora. Esta práctica degeneró en la práctica de compraventa de cargos eclesiásticos llamada simonía.

La obligación primordial del vasallo era cumplir con los deberes militares, sobre todo la defensa del señor y sus bienes, pero también la defensa del propio feudo y de los siervos que en él se encontraban. Una obligación pareja era aportar una parte mínima de los tributos recaudados al señor para engrandecer sus propiedades. El caballero no tenía en realidad un dueño, ni estaba sometido a poder político alguno, de ahí que se encontrasen caballeros que luchaban en las filas de un rey un día, y al siguiente en las de otro. Su deber real era para con el señor a quien le unía un espíritu de camaradería.

En el siglo IX aún se usaba el término milites para hacer referencia a los caballeros, aunque pronto los idiomas locales fueron gestando términos propios que se agrupaban en "jinetes" o "caballeros". Su importancia fue en aumento al prescindirse cada vez más de la infantería. El caballero debía proveerse de caballo, armadura y armas, y disponer de tiempo de ocio para cumplir su misión.

Aunque abierto al principio, el estamento de los caballeros tendió a cerrarse, convirtiéndose en hereditario. Con el tiempo, los caballeros eran ordenados al terminar la adolescencia por un compañero de armas en una ceremonia sencilla. En este momento ya no importa la fortuna, sino la ascendencia, creándose diferencias notables entre los mismos. Los más pobres disponen de un pequeño terreno, y ocupan su tiempo entre las labores propias del campesino y la guerra. Los más poderosos, que disponen de tierras y fortuna, comenzarán a formar la auténtica nobleza, concentrando poder económico y militar.
El conjunto de laicos libres que no pertenecen a la reducida categoría caballeresca son los no privilegiados en cuyo trabajo descansa el orden económico del feudalismo.

El más numeroso grupo lo forman los campesinos libres, que trabajan la tierra, generalmente ajena, o pequeñas parcelas propias. Entre éstos sigue habiendo diferencias, según se sea labrador que dispone de una yunta de bueyes o mero peón. En algún caso singular, campesinos libres llegan a poseer grandes extensiones que les permitirán más tarde llegar a la condición de terratenientes y, de ahí, a nobles, pero serán situaciones excepcionales.

En cualquier caso, lo que les distingue como estamento, como siervos, es su situación de dependencia frente a un señor que no han elegido y que tiene sobre ellos el poder de distribuir la tierra, administrar justicia, determinar los tributos, exigirles obligaciones militares de custodia y protección del castillo y los bienes del señor y apropiarse como renta feudal de una parte sustancial del excedente, en trabajo, en especie (porcentajes de la cosecha) o dinero.

 LA NOBLEZA

Después del clero, la nobleza es el segundo orden en importancia en la jerarquía de un reino, y la clase privilegiada por tradición. Tenían privilegios fiscales, privilegios políticos, pues ocupaban los altos cargos administrativos en el gobierno; privilegios de carrera en las fuerzas armadas, y privilegios sociales: podían usar espadas y practicar la caza, y tenían asientos reservados en las iglesias. Había dos clases de nobleza: las antiguas familias que traían sus títulos desde la época medieval,y quienes habían adquirido su calidad de nobles por cargos, decisiones reales o compras de títulos legales de nobleza. La élite de la jerarquía eran los que poseían los títulos más altos: príncipes, duques, condes y gozaban de grandes fortunas. La mayoría de los nobles eran señores de tierras, y cobraban fuertes impuestos a los paisanos que las habitaban. Un noble debía "vivir noblemente", lo que significaba, sustentarse sin tener que trabajar.


LA BURGUESÍA

 Ellos, son "un todo que no es nada pero que aspira a ser cualquier cosa". Comprendían un amplio espectro heterogéneo de aspectos sociales: campesinos rurales, burgueses ricos de las ciudades, artesanos, obreros, pequeños comerciantes, pobres y mendigos itinerantes.
No tenían en general derechos especiales ni privilegios, sino que al contrario, soportaban todas las cargas impositivas: los impuestos eclesiásticos (diezmo), los señoriales directos e indirectos, los reales (la taille), etc. Sus principales reivindicaciones eran la igualdad impositiva. Estaban dentro del fuero de la justicia ordinaria de donde vivieran. No tenían muchas posibilidades de movilidad social o inserción en otros órdenes, excepto en el del clero, o en el caso de los burgueses ricos que pudieran comprar títulos o posiciones. Socialmente, los matrimonios de la nobleza con ellos no eran consentidos por los padres en absoluto.Los burgueses, a su vez, estaban dividos en alta y mediana burguesía. Los primeros llevaban un tren de vida fastuoso; tenían negocios financieros o comerciales, o invertían en la industria textil o agrícola; estaban, por su modo de vida, cerca de los nobles, y pretendían imitarlos en todas sus costumbres. La mediana burguesía eran propietarios de pequeñas tierras, rentistas, gente con profesiones liberales, hombres de ley, etc. Vivían sobre todo en zonas rurales y hacían grandes esfuerzos y ahorros para que sus hijos accedieran a la escala superior de la burguesía. El típico ascenso social era poder casar a sus hijos con gente de la alta burguesía, acceder a cargos administrativos en el gobierno, y poder llegar a comprar algún título de nobleza que les diera mayores privilegios. Tenían que pagar los impuestos reales y eclesiásticos, pero se beneficiaban con los impuestos directos señoriales.

El término se usó inicialmente para identificar a la clase social compuesta por los habitantes de los "burgos" (las partes nuevas que surgían en las ciudades bajomedievales de Europa occidental), caracterizados por no ser señores feudales ni siervos y no pertenecer ni a los estamentos privilegiados (nobleza y clero) ni al campesinado. Sus funciones socioeconómicas eran las de mercaderes, artesanos o ejercientes de las denominadas profesiones liberales. La ausencia de sujeción a la jurisdicción feudal era la clave: se decía que "el aire de la ciudad hace libre" (Stadtluft macht frei).4 Algunos burgueses llegaron a ejercer el poder local en las ciudades a través de un patriciado urbano en el que se mezclaban con la nobleza; lo que en las ciudades-estado italianas (Venecia, Florencia, Génova, Pisa, Siena) implicaba en la práctica el ejercicio de un poder cuasi-soberano (algo menos evidente en las ciudades imperiales libres alemanas), mientras que en las monarquías autoritarias en formación (Francia, Inglaterra, reinos cristianos de la Península Ibérica) significaba la representación estamental del denominado Tercer Estado, pueblo llano o común. Destacadas familias de origen burgués se terminaron ennobleciendo (Borghese, Médici, Fugger).

Impulsada por la transición del feudalismo al capitalismo, la burguesía prosperó y se desarrolló como una fuerza social cada vez más influyente durante el Antiguo Régimen; aunque la inadecuación entre su poder económico y su ausencia de poder político la llevó a protagonizar, en el tránsito entre la Edad Moderna y la Edad Contemporánea, las denominadas revoluciones burguesas. No obstante, considerar el papel de la burguesía como una necesidad determinada históricamente, ha sido señalado como una simplificación mecanicista, poco ajustada a la realidad: de hecho, en distintas formaciones sociales históricas se produjeron fenómenos muy distintos, de forma notable la acomodación de la burguesía a las estructuras del Estado absolutista en lo que se ha denominado historiográficamente por Fernand Braudel como "traición de la burguesía" (trahison de la bourgeoisie).

EL TERCER ESTADO

El Tercer Estado es uno de los tres estamentos básicos de la sociedad propio del feudalismo y el Antiguo Régimen. Se compone de la población carente de privilegios jurídicos y económicos, por tanto puede ser también considerado equivalente al grupo de no privilegiados o de pecheros (los que, particularmente en Castilla, estaban sujetos al pago de impuestos). También puede denominarse estado llano, pueblo llano o pueblo a secas, plebe (por similitud a la división de la sociedad romana entre patricios y plebeyos), o común.

Los sectores que componen el Tercer Estado son dos:
Atendiendo a su nivel económico puede haber grandes diferencias de riqueza entre los miembros del tercer estado, tanto en el campesinado (entre los ricos labradores, que pueden ser propietarios o más comúnmente arrendatarios de grandes explotaciones, y los jornaleros, que no poseen ni siquiera sus propios aperos de labranza)

PARTE III: El Juego de las Diferencias

Pues bien, llegados a este punto, el más importante de nuestro juego, es el momento de encontrar las diferencias y/o similitudes, que después de mas de un siglo, puedan existir en relación al momento actual, encajando las piezas en cada uno de sus lugares. En algunos casos será practicamente imposible, en otros demasiado sencillo, en ambos casos, estoy seguro que elegireis lo más adecuado a cada caso y seguro que os sorprendeis.

Os deseo como maestro de ceremonias que vuestra percepción e interpretación, este acorde a vuestra razón...MUCHA SUERTE, que a buen seguro, la vais a necesitar...entre otras cosas, para que no cometais los mismos errores, que en principio, otros han cometido, entre ellos, yo mismo.

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NOTA
La mayoría del texto que aquí se reproduce, ha sido tomado de Wikipedia, para algunos es un buen metodo de referencia, para otros no. Si buscas informacion rapida es muy util, si buscas algo fiable, ve a las fuentes.

¿Cuáles son las razones para asumir esta posición tan radical sobre la Wikipedia? ¿Acaso no se trata del esfuerzo de muchos, incluso de personas preparadas y que ponen su inteligencia al servicio de la humanidad?

Las razones son muchas, pero en concreto podemos decir que los artículos de Wikipedia tienen las siguientes características:

1. Existe la presencia de opiniones personales, en muchas ocasiones soterradas bajo apariencias académicas y carentes de fundamentos científicos. Muchos editores con fuertes posiciones parciales, las cuales consideran “verdades universales”, se sienten en el deber de “educar” a la humanidad entera en sus conclusiones existenciales y por lo tanto las incluyen dentro del artículo que corresponde. Si un editor es ateo y exhibe su ateismo con orgullo y para acabar de ajustar no es un ateismo fundamentado, sino algo cercano al fundamentalismo, se sentirá en la obligación de “corregir” todos los artículos sobre teología que encuentre e incluso cuestionar dogmas y contradecir fuentes autorizadas. Los editores que podrían trabajar en una verdadera enciclopedia, pueden encontrar difícil poner en orden las alteraciones a veces entrando en discusiones eternas con los “correctores”, a veces abandonando el buen propósito.

2. Una gran cantidad de información carece de fuentes autorizadas, bibliografías, fichas técnicas, formatos académicos y todo lo que una verdadera enciclopedia debería llevar para ser creible. Muchos editores ignoran completamente las normas de presentación, exposición de ideas, métodos de trabajo e investigación e incluso de redacción.

3. Existen miles de millares de renglones acerca de temáticas irrelevantes en sentido universal (mucha información acerca de pueblos, aldeas, personajes que sólo interesan a unos, acontecimientos que no preocupan a nadie, artistas que nadie oye, proyectos que no sirven para nada práctico), mientras que falta un mayor desarrollo de temas más académicos y científicos. Por ejemplo, el área de la religión es en particular delicado y quizá uno de los más participados. Los objetos que toca son motivo de grandes confrontaciones que no tienen fin dada la enorme diversidad humana entorno al tema, desde los agnósticos hasta los fundamentalistas. En tanto, la presencia de editores en temas que tienen que ver con la matemática, la física, la geología, la astronomía, las ciencias sociales y todos esos temas que en realidad serían de gran utilidad, es escasa. Otra área bastante editada y que es producto de largas discusiones es la geografía, no como objeto de un estudio científico por supuesto, sino como un verdadero manual de viajes. Cada wikipedista ha hecho el artículo de su barrio, ciudad y provincia y cada uno quiere ver su cuna natal en Wikipedia, mientras se encuentra poco desarrollo en artículos sobre ríos, montañas, desiertos, análisis físicos de un país y cosas por el estilo que son el objeto de, por ejemplo, una clase de geografía. No es decir que toda esa información es basura, sino que existe un desequilibrio evidente.

Para qué sirve la Wikipedia

Ahora pasemos a las bondades. Evidentemente la Wikipedia tiene muchos puntos positivos. Para comenzar es bueno destacar que la Wikipedia es una magnífica herramienta para compartir el conocimiento y llegar a comunidades humanas en cualquier parte del mundo que tengan acceso a Internet. No sólo que les llegue sino que puedan participar en la construcción del mismo. Wikipedia en sí misma es una utopía, porque nunca llegará a ser una enciclopedia y siempre estará en construcción. Es posible conservar una antigua enciclopedia del siglo XVI, pero en el caso de Wikipedia, esta siempre estará en cambio. Aun así, todos los registros se conservan y si continúa a vivir, es posible que dentro de un siglo nuestros descendientes se entretengan leyendo los artículos escritos a principios del siglo XXI en Wikipedia y quizá se reían de muchos de ellos – como seguro ya lo hacemos nosotros de muchos de ellos – y rescaten muchos valores evidentes.

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