sábado, 8 de febrero de 2014

El Mundo entero al alcance de "todos" los españoles


El ser humano, bien por su necesidad personal, o por imperativo de las organizaciones políticas, sociales o económicas, ha sentido la obligación de establecer canales de comunicación con otros miembros de la sociedad. En España, su desarrollo es tan antiguo como su propia historia, aunque las primeras referencias que tenemos se remontan a la ocupación romana de la península, que valiéndose de la excelente red viaria creada por Roma, dispuso de un servicio de postas denominado Cursus publicus.
Pero es en los reinos cristianos del siglo XIII donde encontramos las primeras fuentes escritas que atestiguan el oficio de portador de cartas. En el Código de las Partidas de Alfonso X el Sabio se habla de los mandaderos que llevaban la correspondencia áulica, o en la profusa legislación de la Corona de Aragón se hace continua relación de los Hostes de Correos. La organización postal más destacada del periodo medieval es la Cofradía de Marcús, radicada en Barcelona, una asociación gremial con fines religiosos y de socorro mutuo entre los cofrades, que disfrutó de numerosos privilegios y exenciones.

Cofradia de Marcus
A partir de 1500 se establece una estructura postal nueva en España. Felipe I el Hermoso concedió el privilegio del servicio en régimen de monopolio con el título de Correo Mayor de España, a la familia Tassis, originaria de Italia, ratificándolo su hijo Carlos I en 1516. Estos eran los encargados de organizar las postas dentro de nuestro propio territorio y de las posesiones hispanas en Europa. Con respecto al tráfico postal con las recién descubiertas tierras americanas el título de Correo Mayor de Indias recayó, también en régimen de monopolio en la familia Galíndez de Carvajal, que lo ostentaron hasta mediados del siglo XVIII. Durante estos siglos se estableció en los territorios españoles un sistema de correo basado en los relevos de postas y en la creación de las estafetas, extendiéndose el servicio a los particulares mediante el cobro de un porteo relacionado con la distancia que debía recorrer el envío.

El cambio de dinastía en España en el siglo XVIII provocó la pérdida del monopolio postal para los Correos Mayores, en beneficio del Estado español que convirtió el correo en una Renta Real a partir de 1706, arrendando el servicio durante una década debido a los conflictos bélicos que asolaban España y Europa. El 8 de agosto de 1716 se nombró Juez Superintendente y Administrador General de las Estafetas de dentro y fuera de estos Reinos a Don Juan Tomás de Goyeneche, adscribiéndose administrativamente el ramo del Correo a la Secretaría de Estado.

Durante este siglo, gracias al impulso de los políticos ilustrados, se mejoraron las vías de comunicación estableciendo una red radial, se crearon nuevos servicios como el de impresos, periódicos, Lista o Apartados y se racionalizaron las tarifas; en 1762 se mandó abrir en los oficios y estafetas agujeros o rejas para el depósito de la correspondencia, dando origen a la boca buzón de Correos. Otra de las innovaciones más relevantes de este siglo fue la creación del cuerpo de Carteros urbanos en 1756, por iniciativa de Pedro Rodríguez de Campomanes, que en este momento era Asesor de la Real Renta de Correos. Con respecto a América se crearon los Correos Marítimos, con sede en La Coruña, que regularizaron el servicio con los Virreinatos y Audiencias del otro lado del océano.
Tras el paréntesis de la Guerra de Independencia, durante el siglo XIX se produjeron las transformaciones más radicales en el mundo de las comunicaciones. Hubo que reconstruir la red viaria, muy dañada cuando no destruida totalmente por los efectos de la guerra, y ampliar las principales líneas para el uso de los llamados carritos de violín que podían llevar incluso uno o dos pasajeros. A mediados de siglo Correos dispuso de una flota propia de transportes por carretera para la correspondencia y pasajeros y se incrementó la frecuencia de entrega postal.

Pero a partir de 1850 se impuso un nuevo medio de locomoción que sería de inmediato asumido por el correo, se trataba del ferrocarril. En 1855 quedó establecida la primera conducción de correo ambulante entre Madrid y Albacete, y a partir de este momento fueron suprimiéndose las líneas generales de diligencias según avanzaba el tendido ferroviario, exceptuando Galicia que no se unió por tren con Madrid hasta 1883. Este desarrollo potenció uno de los objetivos más importantes que la administración postal se proponía: que el correo llegará diariamente a todos los Ayuntamientos del país.
Penny Black,primer sello emitido en todo el mundo.
La otra gran conquista del siglo XIX en materia postal fue la invención del sello de correos como forma de pago de los envíos, ahora a cargo del remitente, debido al británico Sir Rowland Hill; poniéndose en circulación en 1840 y conocido como el Penny Black. En España se implantó el 1 de enero de 1850. Fueron cinco los primeros sellos emitidos por el Estado, con valores faciales que variaban desde los 6 cuartos para las cartas sencillas hasta los 10 reales para los certificados de mayor peso y en todos ellos la imagen representada fue el busto de la reina Isabel II. El último paso para la reorganización definitiva del correo se produjo en 1889 con la creación del Cuerpo de Empleados de Correos, organizado como una estructura piramidal.
Coincidiendo con las reformas de mediados del siglo XIX, los gobiernos liberales pusieron en marcha el servicio telegráfico. Siguiendo el ejemplo francés, España desarrolló un trazado de líneas de telegrafía óptica entre 1844 y 1855, de uso exclusivo del Estado. A partir de esta última fecha, se fue desarrollando la red electrotelegráfica, que en 1863 ya unía todas las capitales de provincias con Madrid. A finales del siglo el número de oficinas telegráficas abiertas al público ascendía a mil quinientas. Este nuevo sistema revolucionó el mundo de las comunicaciones, reduciendo el tiempo del mensaje a escasos minutos.

El progreso alcanzado a lo largo del siglo XIX se consolidó durante el XX, nuevas tecnologías, nuevos medios de transporte, nuevos servicios y una decidida vocación de utilidad pública provocaron la extensión del uso del correo. La aparición del automóvil y posteriormente la del avión cambiaron las estructuras postales y aceleraron la entrega de la correspondencia, así en 1899 se inauguró la primera conducción postal por carretera en la provincia de Navarra, y siete años más tarde la Administración Central de Madrid contaba ya con 16 vehículos para el transporte de la correspondencia.

En 1919 se creó por decreto en España el servicio aeropostal, que un año más tarde creaba las primeras líneas aeropostales españolas uniendo Barcelona con Alicante y Málaga, Sevilla con Larache, Barcelona con Palma de Mallorca y Málaga con Melilla. No obstante, el ferrocarril siguió siendo el principal medio para llevar las cartas y paquetes por toda la geografía peninsular hasta 1993 en que el servicio por tren dio paso a un modelo más racional y adecuado del transporte de la correspondencia por carretera.

De forma paralela, Correos se ha ido modernizando a través de un proceso continuado prestando nuevos servicios a lo largo del siglo a los ciudadanos, como el correo urgente (1905), el giro (1911), la Caja Postal de Ahorros, los envíos contra reembolso y los Paquetes Postales (1916), el Postal Exprés (1981), el Paquete Azul o los más actuales envases prefranqueados; también se ha producido la automatización de la clasificación de la correspondencia y la adecuación más racional de las tareas de los empleados postales. En estos momentos se encuentra en un camino, marcado por compromisos europeos, hacia la liberalización del sector.

El 21 de diciembre de 2010, se aprueba la Ley del Servicio Postal Universal, de los derechos de los usuarios y del mercado postal para garantizar la prestación de un servicio postal universal, público y de calidad en España y cuyo prestador será Correos durante 15 años, aunque el contrato regulador se revisará cada cinco. De esta manera finaliza la transposición al ordenamiento jurídico español del marco regulador europeo establecido por la Directiva 2008/6/CE, de 20 de febrero de 2008 para la plena realización de un mercado único comunitario, proceso iniciado hace más de 10 años. Enlace a la Ley: [1]

La aprobación de la Directiva 2008/6/CE del Parlamento Europeo y del Consejo[2], de 20 de febrero de 2008, fue un hito en el proceso de reforma postal en la Unión Europea, y un paso para la liberalización total en 2011, al poner las bases definitivas para la plena apertura del sector.1
Los operadores responsables de prestar el servicio postal universal de los estados miembros han emprendido medidas de diversa índole con las que abordar el nuevo contexto. A través de proyectos de fusión, planes de privatización parcial, programas de reestructuración y de reducción de costes o iniciativas de diversificación, trataron de competir con mayor eficiencia, compensar la consolidación de los medios electrónicos sustitutivos del correo tradicional o afrontar una crisis económica global que ha tenido efectos significativos en los flujos postales.

Resumiendo, en España, el servicio de correos fue una concesión durante años que graciosamente otorgaba el Rey, hasta que Felipe V convirtió el servicio en un asunto responsabilidad del Estado. Se cita el año 1706 como el del nacimiento del servicio público en España, el de 1756 como el de la creación del cuerpo de Carteros, circunscrito a Madrid (con un total de 12 miembros, repartían la correspondencia en la docena de distritos de la capital) y el de 1762 como el del nacimiento del primer buzón de correos.

Sin embargo, en España el cartero no adquirió la condición de funcionario hasta la II República. Y hubo que esperar a la democracia para que, por medio de la Ley de Cuerpos de Correos y Telecomunicaciones de 1979, las mujeres pudieran entrar en ese servicio en igualdad de condiciones. No quiere decir que no hubo carteras hasta entonces (las primeras 40 mujeres entraron en el servicio de telégrafos en 1882 y las primeras carteras actuaron en 1922 como consecuencia de una huelga de jefes y oficiales de correos). Lo que sucedía es que el acceso estaba muy restringido para las mujeres y sus salarios eran considerablemente más bajos, problema que no se acabó de resolver hasta el ya citado año de 1979.

Pero lejos de estas curiosidades, los servicios de correos se han ido adaptando a su tiempo permanentemente y han sufrido, como en el caso de los países europeos a partir de 2001, procesos de liberalización y recortes de personal. Sin embargo, la imparable evolución de las nuevas tecnologías de comunicación hace sospechar que no tiene mucho sentido entregar un mensaje a domicilio por muy lejos que esté el destinatario y que se hace necesario reinventar la figura del cartero. Ahora bien, el cartero es algo más que un trabajador que entrega un paquete.

En España, desde la década de 1960, los segmentos más rentables del mercado postal han estado abiertos a las empresas privadas presentes en el sector. Otros operadores nacionales y extranjeros han ido progresivamente ampliando su presencia en los segmentos de correspondencia, marketing directo, paquetería y redes de atención al público, mediante la firma de alianzas con socios domésticos, instalándose directamente o creando sus propias oficinas de cambio extraterritoriales, muy especializadas en la captación de flujos internacionales en países emisores. Y hablando de flujos internacionales, ¿Es posible que soplen vientos del Norte..?

Cuando algo se produce de forma habitual en una zona, es normal que en el lugar se le ponga un nombre propio. Pongamos un ejemplo, en el caso de los vientos, que no es una excepción, Eolionimia es el nombre que reciben. Pero, ¿y cuando algo no tiene nombre? ¿Qué es, lo que se hace...con el fin de mantener, con impulso propio y directriz adecuada, la información  nacional...?



Es la comunicación, dicen las buenas lenguas, el proceso mediante el cual se puede transmitir información de una entidad a otra, alterando el estado de conocimiento de la entidad receptora.Tradicionalmente, la comunicación se ha definido como «el intercambio de sentimientos, opiniones, o cualquier otro tipo de información mediante habla, escritura u otro tipo de señales». Todas las formas de comunicación requieren un emisor, un mensaje y un receptor destinado, pero el receptor no necesita estar presente ni consciente del intento comunicativo por parte del emisor para que el acto de comunicación se realice. En el proceso comunicativo, la información es incluida por el emisor en un paquete y canalizada hacia el receptor a través del medio. Una vez recibido, el receptor decodifica el mensaje y proporciona una respuesta. Veamos un ejemplo, práctico, muy sencillo:

Emisor:

Navacerrada, 2011 Inauguración Campus Faes
Viernes 1 de Julio de 2011 en la inauguración del Campus Faes, junto al expresidente del Gobierno, José María Aznar, minutos antes en una entrevista a ABC, suenan estos vientos;

Mensaje:

«Hay que reducir el tamaño del sector público
 y liberalizar el sector privado»
(Iain Duncan Smith. Ministro de Trabajo del Reino Unido)
 
Receptor:

El sector postal español se encuentra totalmente liberalizado desde la aprobación de la Ley Postal 2010, hija aventajada de la III Directiva Postal de la Unión Europea; esas sacrosantas directivas con las que la burguesía europea se está llenando los bolsillos a base de acabar con los sectores públicos. Con su puesta en marcha, la mayor empresa pública del Estado español, Correos, pierde el monopolio que ostentaba sobre una amplísima cantidad de productos postales (notificaciones administrativas, giros, etc.).

Entre otras lindezas, la Ley Postal permite el acceso gratuito de los operadores privados a la red pública (los trabajadores públicos llevamos productos postales de estas empresas); fija unas tarifas para Correos mientras a los privados se les permite depreciarlas sobre la base del dumping laboral, y obliga a la empresa pública a ser el único prestador del Servicio Postal Universal (SPU). Esto último significa que está obligada a llegar a todos los buzones del territorio cinco días a la semana y con rigurosos tiempos de entrega que de no ser cumplidos acarrean sanción de la UE. La obligación por parte de los operadores privados respecto a Correos, por ser este el prestador del SPU, se limita a la aportación de un ridículo 1% de sus beneficios si estos superan los 50.000 euros; fácilmente sorteable cuando se trabaja a base de franquicias y subrogación de empresas.
Por si la Ley Postal no significase suficiente ataque contra el operador público en beneficio de los privados, el Gobierno del PP, al servicio de los empresarios, se encarga de hacer el resto. Por un lado, el Tribunal de Defensa de la Competencia ha convertido a Correos en la empresa más multada tras Telefónica (muy por encima de las eléctricas o las petroleras, con problemas de competencia más evidentes y graves que los de Correos). Por otro lado, desde el Gobierno se está impulsando la sustitución de la factura física (carta) por la electrónica, sustitución que no beneficia en nada a los ciudadanos (internet solo llega a un 60%) sino a los planes de ahorro de los grandes clientes (el correo de 189 de ellos significa el ¡85% de la facturación de Correos!). Y qué decir de la “neutralidad” que la Administración está teniendo a la hora de volver a adjudicar contratos (los últimos los de la Agencia Tributaria y la Seguridad Social) a operadores privados como Unipost, que han demostrado reiteradas veces que no tienen capacidad para cumplirlos.

Plan estratégico

Estos descarados ataques al operador público en beneficio de los lobbies privados muestran las intenciones del gobierno respecto a la mayor empresa estatal: su privatización.
De la mala situación económica de la empresa (consecuencia de su nefasta gestión), que ha dado pérdidas en 2012 y que espera un raquítico beneficio para 2014, se puede deducir que su venta no se producirá mañana. Antes hay que hacerla atractiva a futuros inversores saneándola con dinero público para después trocearla. De ahí la “sorpresiva” inyección estatal de 318 millones de euros este año y de 518 millones más para 2014 en concepto de deuda acumulada por la prestación del SPU.
Y con ese mismo objetivo nace el Plan Estratégico presentado recientemente por la dirección de la empresa a bombo y platillo: llevar a cabo una total reconversión de Correos a la vez que se intenta conseguir cuota de mercado en la paquetería (segmento del mercado postal con más futuro y donde Correos ostenta una ridícula cuota del 4%).
Desde la puesta en marcha de este plan de “viabilidad” se ha podido apreciar un notable incremento de la destrucción de puestos de trabajo con la consiguiente pérdida de calidad en el servicio; se han sacado a subasta con una consultora externa 112 inmuebles (extraña actitud la de vender patrimonio cuando se nos dice que vamos a crecer) y se ha iniciado un proceso de cierre de oficinas y de centros de tratamiento automatizado del correo. Ni más ni menos que el mismo camino que ha recorrido el Royal Mail británico y que ha finalizado hace unos meses con su salida a Bolsa tras el despido de miles de trabajadores y el cierre de miles de oficinas.

Degradación del servicio y de las condiciones laborales

Sus consecuencias tanto para trabajadores como para usuarios serían terribles. No tenemos que ir muy lejos para comprobarlo. Unipost, la otra gran empresa postal (privada) dedicada al correo tradicional (no a la paquetería), amenaza actualmente a su plantilla con un cuarto ERE en un tiempo récord en su corta existencia. La última propuesta de la empresa consiste en 500 despidos (sobre una plantilla de 2.600 trabajadores y 2.000 subrogados), rebaja salarial del 10%, movilidad forzosa sin indemnización, conversión sin límite de jornadas completas a parciales con reducción salarial y cargarse el actual convenio de empresa pasando al de Entrega Domiciliaria, hecho que supondría un recorte de hasta un 30% del salario.
La pérdida continua de contratos por parte de Unipost al incumplir los plazos de entrega habla por sí solo del tipo de servicio que se ofrece cuando lo único que se persigue es el beneficio económico.
Estas mismas serían las consecuencias inmediatas de la privatización de Correos: la sobreexplotación de sus trabajadores con pérdidas salariales y de derechos y la drástica caída en la calidad del servicio. El impacto que sufrirían las zonas rurales, deficitarias por naturaleza desde un punto de vista empresarial, sería un auténtico desastre.
Y es que no son nuevas las “bondades” de la liberalización de sectores estratégicos de la economía y la privatización de las grandes empresas públicas. Ejemplos harto elocuentes los encontramos en el sector eléctrico y en el de las telecomunicaciones. Todos los beneficios prometidos a los ciudadanos se han quedado, tras su venta a precio de saldo al gran capital, en un empeoramiento del servicio y un escandaloso aumento de los precios; basta ver las facturas del teléfono, la luz o el agua, que se llevan buena parte de nuestros salarios. Quienes se benefician realmente son las empresas compradoras y los políticos que impulsan estos procesos y que acaban en sus consejos de dirección con salarios astronómicos en pago a los servicios prestados....

Pero, aún hay más....

Posiblemente no habría organización más poderosa sobre la Tierra que aquella que agrupara todos los servicios de correos del mundo y sus seis millones largos de empleados. Con el aire de una inmensa división de infantería, esta supuesta megaempresa podría enorgullecerse de conocer a casi todos los habitantes del planeta. Y eso sería así porque, detrás de cada servicio de correos que se precie, hay una función que no ha cesado durante siglos: llegar al último rincón de un país para llevar un mensaje (una carta, un paquete, incluso algo de dinero) al vecino que allí habita. Claro está que los tiempos han cambiado tanto que podría afirmarse que un gigante como Google sabe más de nosotros, de miles de millones de ciudadanos, que ninguna otra organización. Y precisamente, gracias a Google y otras compañías, muy poca gente tiene ahora necesidad de enviar un mensaje a alguien utilizando un intermediario.

Canada planea acabar en cinco años con la entrega puerta por puerta

La revolución tecnológica ha dejado a los servicios de correos sin una parte de su trabajo, con una legión de carteros a sus espaldas, y obligados a modernizarse a marchas forzadas bajo la amenaza de evitar la ruina. El servicio postal de Canadá parece haber abierto el debate al tomar la decisión, hace unas semanas, de eliminar los carteros en un plazo de cinco años. La medida ha puesto sobre alerta a todos los servicios de correos, que matizan que “la decisión canadiense” no es tan radical como se está anunciando: “No es lo mismo eliminar a todos los carteros que algunos servicios de entrega a domicilio”, matiza un portavoz del servicio de correos español.

Canadá puso en marcha un plan de cinco puntos que supone, entre otras medidas, la eliminación de una parte de la entrega de cartas a domicilio en un plazo de cinco años. Los residentes en las localidades afectadas podrán recoger su correspondencia en una especie de oficina comunitaria. Canadá estima que su servicio universal de correos supone un coste actual de 283 dólares por domicilio, coste que se puede bajar a 108 dólares si se abre la oficina comunitaria y se elimina al cartero. Las medidas de choque van acompañadas de la reducción de 8.000 puestos de trabajo y la subida del precio del sello de correos, el de un dólar (unos 72 céntimos de euro). No se puede decir que Canadá tenía un servicio ruinoso o ineficiente: hasta el año 2011, se habían registrado 16 años consecutivos de beneficios. Pero las pérdidas comenzaron en 2012 y las previsiones dibujaban un panorama preocupante con el horizonte de las 1.000 millones de dólares (729 millones de euros) en números rojos para 2020. El volumen de correo había caído un 25% entre 2008 y 2011.

El informe, cuya conclusión es vista como una amenaza de muerte a la legendaria figura del cartero, se basó en una encuesta entre los canadienses que dio como resultado que el ciudadano medio apreciaba la calidad del servicio de Correos. Sin embargo, los habitantes de las grandes urbes ponían mayor énfasis en la eficiencia y la rentabilidad, frente al hecho, aparentemente romántico, de mantener un servicio puerta a puerta a toda costa. Naturalmente, los habitantes de las zonas rurales no pensaban lo mismo. Sin embargo, la encuesta valoraba la credibilidad del cartero.

La experiencia canadiense ha provocado un aluvión de comentarios en el país vecino, donde también se cierne la amenaza de las pérdidas sobre el gigante US Postal Service, una de las pocas empresas públicas que tienen una estructura federal en Estados Unidos y cuya financiación depende del Congreso. Algunas voces reclaman que se aplique la misma medicina y que se deje el servicio en manos de la competencia privada. Sin embargo, el debate no es tan simple como discernir entre rentabilidad y eficacia; la cuestión es quién garantiza un servicio universal de correos, accesible a toda la población; en términos de rentabilidad, pocas empresas están interesadas en llevar un paquete a un lugar recóndito o de difícil acceso, salvo que medie un precio elevado.

Y es que, detrás de la tradicional y solitaria figura del cartero, hay no solo una larga historia de adaptación a los tiempos sino la esencia de un servicio público universal y accesible a todas las economías.
Además, a la explosión del comercio electrónico se une la confianza que el consumidor deposita en un servicio de correos público. Los servicios de correos modernizan sus instalaciones para adaptarlas al mercado de la paquetería y diversifican sus actividades buscando nuevos nichos de negocio.

La experimentación con el trabajo de los carteros es tan variada que podría diseñarse el perfil de un hombre orquesta, capaz de ser un enfermero, un farmacéutico, un controlador o vaya usted a saber qué actividad llegarán a desempeñar en un futuro. En Suiza y en algunos países nórdicos, se está experimentando con carteros realizando actividades como el acompañamiento de personas mayores en lugares alejados. En Francia se está probando que los carteros realicen la entrega de medicamentos a enfermos crónicos o la lectura de los contadores de la luz y el gas. La utilización de teléfonos inteligentes o de otros aparatos digitales, les convierten en un personal adecuado para certificar la identidad de una firma o de una persona.

La propia telefonía se ha convertido en un aliado de algunos servicios de correos como es el caso del argentino, cuyo servicio público, privatizado en 1997 y nacionalizado en 2003, permite que en sus casi 4.500 oficinas se puedan recargar los teléfonos o pagar los impuestos. En Brasil, estudian que el servicio de correos se convierta en una operadora telefónica, al estilo de lo que sucede en Italia, donde el servicio de Correos, incluido en el Ministerio de Economía, ha vendido tres millones de tarjetas telefónicas a lo largo de 2012 y donde hay proyectos en marcha tales como que los carteros utilicen sensores para medir la calidad del aire.

El cartero del futuro está rediseñándose. Será probablemente un trabajador digital, un hombre orquesta dotado de la última tecnología, capaz de administrar medicinas, atender a ancianos o introducir todo tipo de datos en un ordenador portátil o hacer cualquier desempeño que signifique estar cerca del lugar objeto de atención. Pero seguirá siendo un empleado de confianza para la maquinaria del Estado y para el ciudadano. Es en esa mezcla de credibilidad y cercanía donde reside la verdadera naturaleza de su oficio. Si no, no será un cartero...

Y, para acabar por el momento...

El grupo empresarial público SEPI (al que pertenece el operador público)ha obtenido durante el primer semestre del año un beneficio neto de 488,59 millones de euros, muy por encima de los 22,62 millones alcanzados en el mismo periodo de 2012, informa la empresa.

En cuanto al resultado de Correos, se ha producido una mejora que viene motivada por el registro en este periodo de los 269 millones que ha recibido en concepto de compensación del Ministerio de Fomento por el déficit del servicio postal universal de los ejercicios 2009 y 2010.
Según el informe de SEPI, el grupo Correos cerró el ejercicio 2012 con una pérdida neta de 4 millones de euros, tras elevar en un 38,7% sus pérdidas de explotación, hasta los 13,6 millones de euros. La compañía postal pública redujo un 10% su cifra de negocios el pasado año, hasta 1.875 millones de euros, si bien 2,3 puntos porcentuales de este descenso se deben al menor número de procesos electorales. El operador también achaca este descenso a la "continua" caída de la demanda de envíos postales, por el efecto tanto de la crisis económica como de los planes de ahorro de los grandes clientes del grupo, y por el "progresivo efecto de la sustitución" de envíos postales físicos por electrónicos. Por áreas de negocio, los envíos postales tradicionales generaron 812 millones de euros a Correos, los certificados otros 473 millones, el marketing 120 millones y la paquetería 40 millones. Servicios como envíos de dinero y el telegráfico facturaron otros 181 millones. DISMINUCION DE LA PLANTILLA. Para compensar este descenso, Correos ha llevado a cabo distintas iniciativas de reducción de costes, entre las que figuran una disminución de la plantilla en unas 3.200 personas (un 5,6%), hasta situarla en unos 54.140 empleados a cierre de diciembre. Además, la empresa pública asegura haber aplicado medidas de austeridad en diferentes partidas de servicios y suministros exteriores que han permitido un ahorro de 21 millones de euros. En el capítulo de gastos, los de aprovisionamiento sumaron 10 millones de euros, de los que 3,2 millones corresponden a sellos de franqueo, mientras que los de transportes supusieron 76,4 millones, y los de conservación, 71,6 millones.

Correos, pendiente de cobrar 208 millones del Estado por el servicio postal público de últimos años - Expansion.com

Según el informe de SEPI, el grupo Correos cerró el ejercicio 2012 con una pérdida neta de 4 millones de euros, tras elevar en un 38,7% sus pérdidas de explotación, hasta los 13,6 millones de euros. La compañía postal pública redujo un 10% su cifra de negocios el pasado año, hasta 1.875 millones de euros, si bien 2,3 puntos porcentuales de este descenso se deben al menor número de procesos electorales. El operador también achaca este descenso a la "continua" caída de la demanda de envíos postales, por el efecto tanto de la crisis económica como de los planes de ahorro de los grandes clientes del grupo, y por el "progresivo efecto de la sustitución" de envíos postales físicos por electrónicos. Por áreas de negocio, los envíos postales tradicionales generaron 812 millones de euros a Correos, los certificados otros 473 millones, el marketing 120 millones y la paquetería 40 millones. Servicios como envíos de dinero y el telegráfico facturaron otros 181 millones.

Resultado: Disminución de la Plantilla

Para compensar este descenso, Correos ha llevado a cabo distintas iniciativas de reducción de costes, entre las que figuran una disminución de la plantilla en unas 3.200 personas (un 5,6%), hasta situarla en unos 54.140 empleados a cierre de diciembre. Además, la empresa pública asegura haber aplicado medidas de austeridad en diferentes partidas de servicios y suministros exteriores que han permitido un ahorro de 21 millones de euros. En el capítulo de gastos, los de aprovisionamiento sumaron 10 millones de euros, de los que 3,2 millones corresponden a sellos de franqueo, mientras que los de transportes supusieron 76,4 millones, y los de conservación, 71,6 millones.

Si bien,y aludiendo a este  notable poeta y prosista español que en 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española,pero que nunca quiso tomar posesión del sillon, al efecto(algo que no suele ser habitual, con ciertos personajes) citaré lo siguiente:

"Está el hoy abierto al mañana. Mañana, al infinito. Hombres de España: ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito".



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